Buenos Aires-Grand Bourg
En mis dos visitas a Argentina, solo viajé una vez en ferrocarril. Lo único sabía sobre este medio de transporte en ese país era lo que había leído sobre la nacionalización del mismo por Juan Domingo Perón. Los argumentos eran peregrinos y las consecuencias desastrosas porque, en aquel momento, la red de vías estaba diseñada para sacar los productos al mar y no tanto para interconectar un país inmenso.
Pero, aquel viaje no tenía nada que ver con la historia. Debía llevar una caja de pastas a la hermana del ama de llaves de mi tío el cura: "Ya que vas a Argentina, ¿te importa llevarle unas pastas a mi hermana?". El "no" al encargo fue una opción descartada desde el primer momento.
La hermana del ama se llamaba Claudia Corta y tras casarse por poderes se trasladó desde Lekeitio a la Pampa donde su marido tenía una pequeña estancia de unas cuatrocientas hectáreas donde criaba ganado. Al enviudar, Claudia se trasladó a Grand Bourg para estar cerca de la tumba de su marido,
El arranque del viaje fue un poco accidentado, pero, por resumir, mi amigo el doctor José Gabriel Anitua me llevó en su viejo "falcon" a una estación donde debía tomar el tren. Eso sí, me advirtió sobre los peligrosos que iban a acecharme durante el trayecto. Me dijo que abundaban los vendedores ambulantes y que estos colocaban sus productos sobre tus piernas. Si los tocaba con la mano o se caían, debías pagarlos. Tremendo.
En el primer apeadero se subió un hombre jóven y fuerte, y mal encarado (o eso me pareció a mi) que depositó un pastelito encima de mi pierna. Yo estaba dispuesto a resistir. Me temblaban las piernas y, justo cuando estaba a punto de sucumbir, el tren comenzó a frenar, el hombre recogió el pastelito y se bajó en la estación. Aún me tocó sufrir el suplicio dos veces más y, por supuesto, en el viaje de vuelta. Fue una experiencia no se si la palabra justa es "inolvidable".
Eso sí. Llegué a Gran Bourg, un pueblecito polvoriento, que recibía al viajero con un cartel descolorido de cuando el general nacionalizó los ferrocarriles con un lema rotundo: "Perón cumple". Y yo también. Logré entregar la caja de pastas a Claudia.