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La vida no vale nada: Txomin en la cámara de gas

A las 6 en punto de la mañana del día 13 de noviembre de 1952, se cerraban las puertas de la nueva cámara de gas de la Nevada State Prison, cerca de Carson City, capital del estado. En el interior, atado a una silla, un pastor vasco de 58 años, Domingo Malasechevarria (Se había cambiado el apellido por Echeverria). A las 6: 08 am, los humos de gas (aydrocyanic) se extendieron por la cámara. El reo perdió la consciencia inmediatamente. A las 6:20, el doctor Richard Petty certificó su muerte.

Si hay una palabra que defina la vida del pastor vasco en el Oeste de Estados Unidos esa es soledad. Quizá por ello no sea de extrañar que el monumento que se encuentra cerca de Reno tenga esa título: Solitude/Bakardade). Gorka Aulestia, en su estudio de Sweet Promised Land, la obra de Robert Laxalt resalta que “los sentimientos de soledad, melancolía, nostalgia, tristeza, y los conceptos de esfuerzo, lucha, peligro, trabajo, subyacen en toda la obra. La soledad del pastor que vive perdido (en algunos casos hasta volverse loco) en las montañas de Nevada donde no crecen más que las artemisas" (Gorka Aulestia, “Dulce tierra prometida”, Sancho el Sabio). La locura, producto de la soledad, hizo estragos en los pastores. El tío Gabriel Bengoechea, hermano de mi bisabuelo Melitón, pasó gran parte de su bida en un hospital siquiátrico en Idaho.Convertía a gente activa y jovial en depresiva y sombría, a los pacíficos en violentos extremos. En el llamado “mal de los pastores” (la locura por soledad) está el origen de esta historia.

El de Malasechevarria no fue ni el primer ni el único caso. California’ko Eskual Herria informaba sobre la visita que tres destacados miembros de la comunidad vasca de San Francisco (Yparraguirre, Sallaberry y Aguirre) hicieron a Pascual Castorena que se encontraba en la prisión de San Quintín condenado a muerte. Castorena, en un ataque de locura, había matado a un hombre en Los Ángeles.

Llegó la ruina

Domingo Malasechevarria Yturraran nació en la casa Erreka de Gizaburuaga, Bizkaia, el 12 de mayo de 1892. Antes, la familia había vivido en la casa Eguren Goikoa, en el límite entre Gizaburaga e Ispaster. Eran siete hermanos y hermanas. Siguiendo la costumbre, los jóvenes de la casa comenzaron a emigrar a América. Entre 1899 y 1922, 91 hombres y dos mujeres del lugar habían llegado al Oeste. La mayoría se instaló en Nevada. Emigrar a Estados Unidos era casi una obligación en un pueblo que, según el Censo de 1900, tenía 371 habitantes.

Domingo llegó a Nueva York a bordo del Olympic procedente de Cherburgo el 7 de marzo de 1912. Tenía 19 años. Con él, viajaba un nutrido grupo de vascos (de Berriatua, de Lekeitio, de Deba, de Amoroto, de Markina,… también de Gizaburuaga). Las edades confesadas oscilaban entre los 15 y los 40 años. Se dirigió a Paradise en el condado de Humboldt, Nevada, donde ya vivían dos de sus hermanos: Antonio y Jose Mari. En 1917, trabajaba en Paradise como pastor para Alfonso Pascuale, un importante ganadero local. En su ficha de reclutamiento no ponía objeciones para servir en el ejército de Estados Unidos. En 1930, según el US Census, seguía en Paradise. En aquellos años, también cuidó ovejas en el condado de Douglas.

Las cosas no iban bien. Sus hermanos habían regresado a casa, quien más o quien menos se había asentado, pero él seguía luchando contra la soledad en los desiertos de Nevada. El carácter de de Domingo se fué agriando. Se había convertido en un hombre huraño y solitario. Su ruina comenzó en un ostatu vasco de Winnemucca, al norte de Nevada: el famoso Martin Hotel. Una tarde de julio de 1947, se produjo una disputa con otro vasco, Claudio Yturriaga. El primero, en un ataque de locura, golpeó en la cabeza a su paisano con una manguera. Más tarde, dijo a la policía que había atacado a su compañero porque “no le había pasado el pan”. Malesechevarria tenía entonces 52 años y dicen que era un muy fuerte. Por su parte, Yturriaga, natural de Ereño, Bizkaia, tenía 63 años. Tuvo que ser internado en el Humboldt General Hospital, siendo trasladado luego a San Francisco para recibir atención especializada. A consecuencia de las lesiones, debió dejar su empleo en los ferrocarriles de Western Pacific (antes había sido pastor). Falleció a causa de un ataque al corazón el 6 de noviembre de 1956. Está enterrado en Winnemucca.

Malasechevarria fue condenado el 10 de octubre, a dos años de prisión por asalto. Además, debía indemnizar a Yturriaga con 5000 dólares y a pagar las costas del proceso. Antes de salir en libertad provisional, dos años más tarde, pasó revisión siquiátrica en el Hospital Mental de Nevada en Sparks (Reno Evening Gazette, 1947-10-10).

Completamente arruinado, con fama de violento, ningún ganadero quería contratarle. Al poco tiempo, se había convertido en un indigente que vagaba por el condado de Humboldt, viviendo de la caridad y de algún “sablazo” a algún paisano. En septiembre de 1951, fue ingresado en la sección de indigentes del Humboldt General Hospital en Winnemucca.

La tragedia

El domingo, 23 de septiembre, nada presagiaba la tragedia. Ese día, Domingo se encerró en el baño, negándose a salir. Como pasaba el tiempo y no hacía caso a los que querían entrar, un ordenanza logró abrir la puerta con una llave maestra. En ese momento, le golpeó en una muñeca (al tratar de defenderse con el brazo) con una tubería que había desenroscado del saneamiento y huyó por el pasillo. Entró corriendo en una de las salas golpeando tres o cuatro veces a un paciente de edad (Tony Robinson). En ese momento, apareció la enfermera Elisabeth Catlett a quien golpeó dos veces, matándola en el acto.

El doctor Kurt Hartoch, superintendente del hospital, fue el primero en llegar a la escena del crímen. Cuando entró, la señora Catlett y Robinson estaban tendidos en el suelo en medio de un gran charco de sangre. Echeverria estaba agachado como un animal entre ellos. Miraba hacia abajo con la barra de hierro ensangrenada en sus manos. Intentó atacar al médico pero este se defedió con una silla. Finalmente, lograron reducir al vasco entre el doctor Hartoch, Peter Pedroli, un hombre de negocios de Winnemucca, y Phil Erringuer, un enfermero del centro. La policía dijo que el vasco se calmó cuando fue encerrado en una celda, actuando como si no hubiese ocurrido nada (Nevada State Journal, 1951-09-25).

La “razones” de la actuación del pastor se las explicó al juez de paz de Winnemucca en la vista preliminar celebrada el 1 de octubre: “Aquella mañana yo estaba tumbado en la cama cuando la señora Catllet vino y cerró la ventana. Yo me levanté y la abrí. Ella regresó y la cerró. Le dije que no volviese a cerrar mi ventana. Más tarde vino la señora Catllet con su marido (se refería al celador) a echarme la bronca mientras yo estaba en el baño”. El juez le preguntó si tenía algo más que añadir: “No me daban suficiente purgante. Solo me lo daban una vez a la semana. Si pedía más me echaban una bronca. No podía dormir y ellos no podía darme píldoras para dormir. Le pedí al doctor pildoras cuatro veces. El doctor le dijo a la señora Catlett que me diese píldoras para dormir. Esa noche me dio una pildora para dormir que no era una pídora para dormir. Ellos no de dieron laxante, ni ayuda para mi estómago. Siempre andaban detrás de mi, atacándome”

El 25 de septiembre, el fiscal del distrito Callahan acusaba formalmente a Domingo Malasechevarria del asesinato de Elisabeth Catlett, de 59 años, y de Thomas Robinson, de 86. En su documento de acusación, el fiscal resaltaba que, en el momento de los hechos, Echeverria, “hombre de gran fortaleza, no estaba loco” (“criminally insane”).

El día 17 de octubre, el pastor vasco compareció ante el juez del distrito Mervin Brown, declarándose inocente. Por suparte, el juez le asignó de oficio al abogado Donald Leighton. Fue acusado solo del asesinato de la enfermera Catlett. El juicio quedó fijado para el 5 de noviembre (Nevada State Journal, 1951-10-18).

Los otros vascos

Desde el primer momento, actuó como intérprete Nieves Dufurrena (euskera e inglés). Nieves, nacida en Nevada y casado con un vasco, era hija de vizcainos de Ea (sus apellidos de soltera era Legarza Erquiaga). Era una mujer muy conocida en Winnemucca, activa en la parroquia y en multiples actividades sociales. Fue, pocos años más tarde de que se produjesen estos hechos, la primera secretario del club vasco local. Nieves –al utilizar el dialecto vizcaino- no tenía ningún problema de comunicación con Domingo.

El sheriff del condado, Delbert Moore, se encargó de seleccionar el jurado. De 60 nombres, 13 eran vascos. Peter Albisu Jr (Mc Dermiit), Audrey Etchegoyen, Chas Ugaldea, Sylvester Urigüen, Pete Etchart Jr. (Winnemucca), Frank Bidart (Leonard Creek), Peter Lecumberry, Frank P. Garteiz, Pete J. Laca (Winnemucca), Fermin Gavica (Paradise Valley), Domingo Arangüena, Frank Bengoechea y A.P. Garteiz. Finalmente, fue seleccionado Domingo Arangüena Bengoa, un barbero de Winnemucca. Su padre era de Munitibar y su madre, de Ispaster. Como suplente, fue designado Fermin Gavica.

Condenado a muerte

Tras la selección de jurado, comenzó el juicio. El fiscal llamó a sus testigos. El principal testimonio fue el del doctor Hartoch que contó como mantuvo a raya al pastor vasco hasta que llegó ayuda. T.Critzer, otro paciente indigente, vió a la enfermera caer a sus pies. Herb Daniels, un policía de Winnemucca, contó que había preguntado al vasco por qué había hecho aquello. A lo que contestó: -“No importa. Mejor que esté muerto”. Por su parte, el abogado defensor alegó “locura” (Nevada State Journal, 1951-11-6).

Por fin, el 10 de noviembre de 1951, el jurado encontró a Domingo Malasechevarria culpable del asesinato de la enfermera, siendo condenado a moirir en la cámara de gas. La pene le fue impuesta por el juez del distrito Merwyn Brown. La ejecución debería llevarse a cabo en la prisión del estado, en Carson City. En el mismo acto, el juez denegó la posibilidad de repetir el juicio.

En una de las crónicas del juicio, se decía: “Echeverria aparecía más calmado durante la lectura de la sentencia que en cualquier otro momento de su arresto. Por primera vez apareció en la corte sin intérprete, a pesar de que, en un primer momento, dijo que no entendía inglés”. Después de que el juez Brown le impusiese la pena, el pastor se volvió a Donald Leighton, su abogado de oficio, y con algo parecido a una sonrisa, le dijo: - “Bien. Esto significa el gas” (Nevada State Journal,1951-11-11/ The Salt Lake Tribune, 1951-11-11).

El abogado trató por todos los medios de salvar la vida de su defendido. Presentó una petición de clemencia ante el State Pardons Board, y, al mismo tiempo una apelación ante un tribunal superior, lo que hizo que se retrasase la ejecución (Nevada State Journal, 1952-1-19/ Ogden Standard-Examiner, 26-1-1952). Pero, ambas peticiones fueron rechazadas, fijándose como fecha definitiva el 26 de noviembre.

La ejecución

La víspera de la ejecución, según contó el alcaide Bernard, el vasco rechazó todos los beneficios de los condenados a muerte: hablar con alguien o algún deseo especial. Tampoco cenó. Eso sí: estuvo acompañado en todo momento por dos sacerdotes católicos que estuvieron con él hasta el último momento (Reno Evening Gazette, 1952-11-13/Nevada State Journal, 14-11-1952).

A la ejecución asistieron, además del alcaide A.E. Bernard y el médico Richard A. Petty, cinco ciudadanos respetables del estado de Nevada. De nuevo un vasco entre los presentes, John Etchemendy, quen en aquellos días, regentaba el Overland Hotel en Gardnerville. El informe del médico sobre la ejecución es estremecedor:

NEVADA STATE PENITENTIARY

Carson City, Nevada

November 13, 1952

El prisionero entre en la cámara 6:00 AM

Amarrado a la silla 6:02 AM

Puerta cerrada 6:04 AM

El gas HCH le da en la cara 6:08 AM

Aparentemente inconsciente 6:8 ½ AM

Ciertamente inconsciente 6:09 AM

Deja de respirar 6:11 AM

El corazón deja de latir 6:20 AM

El ventilador comienza a funcionar 6:25 AM

Se saca el cuerpo de la cámara

y se certifica su muerte 6:51 AM

Domingo había dejado de sufrir. Echeverria se convirtió en el segundo condenado de más edad ejecutado en Nevada hasta la fecha. El alcaide Warden Art Bernard de claró a la prensa que “la cámara de gas funcionó perfectamente” (Nevada State Journal, 14-XI-1952).

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