Mi abuelo Miguel
Miguel San Sebastián en Lekeitio
Mi abuelo, Miguel San Sebastián Lapeira, nació en Barcelona en septiembre de 1899. Su padre, Domingo, donostiarra aunque criado en Urnieta, trabajaba en los frontones profesionales al frente de una cuadrilla que se dedicaba a coser pelotas, cestas,…Estuvo empleado en Barcelona y en Madrid hasta su muerte. Su madre, Tomasa, lekeitiarra, era costurera. Al enviudar, regresó a Lekeitio desde Madrid con sus dos hijos y un tercero a punto de nacer. La abuela Tomasa sacó como pudo a sus retoños adelante, que, además, pudieron formarse gracias al legado de los Uribarren Abaroa, una familia de banqueros que hicieron mucho por su pueblo.
Miguel, lo mismo que su hermano Juan, estudió Náutica en la Escuela de Lekeitio y, en junio de 1913, con catorce años, obtuvo el título de alumno de puente. En diciembre de aquel mismo año, embarcó “para hacer días” en Pagasarri de la Compañía Naviera Vascongada. El 11 de agosto de 1916, el barco navegaba entre Barry Dock, en Gales, y Génova con una carga de carbón. Mi abuelo iba en el puente cuando vio que un torpedo se dirigía hacia el barco. Apenas le dio tiempo a avisar al capitán (que estaba convencido que los alemanes no se atreverían a atacar a un barco de pabellón neutral, pero se atrevieron). En 1917, obtuvo el título de piloto embarcando como 2º oficial de puente en el Gloria, de la misma compañía. Tenía 18 años. Luego y hasta 1932, estuvo en el Arraiz, el Gloria –en dos ocasiones más-, repitiendo en el Conde de Abásolo y el Banderas. En enero de 1923, mi abuelo obtuvo el título de capitán de la Marina Mercante.
Más o menos en esa época se casó en Lezo con una “amerikana”, Flora Bengoetxea Alzola, nacida en Bruneau, condado de Owyhee, Idaho. Sus padres habían emigrado a América desde Bedarona.
Mi abuelo fue un republicano convencido. Durante un tiempo corto, fue presidente del casino republicano de Lekeitio como afiliado al partido de Azaña (Acción republicana, Izquierda Republicana desde 1934) y como tal, recibió al presidente de la República en su visita al pueblo.
El Banderas
En noviembre de 1932, desembarcó del Banderas y se trasladó a Donostia para preparar oposiciones al Cuerpo General de Servicios Marítimos. Sacó el número 1 de su promoción y el 8 de agosto de 1933, Luis Companys y Jover, ministro de Marina, que fue presidente de la Generalitat catalana, firmaba la orden ministerial nombrando a mi abuelo “oficial segundo del Cuerpo General de Servicios Marítimos de la subsecretaría de la Marina Civil con la categoría de jefe de negociado de tercera clase y sueldo anual de seis mil pesetas”. En octubre, tomaba posesión del cargo en la Delegación Marítima de Gipuzkoa, en Donostia. La familia San Sebastián Bengoetxea se instaló en un piso de la calle Santa María. Pero, una afección bronquial de mi tía (entonces una niña de seis años) forzó al abuelo a buscar un destino con un clima más seco y, en junio de 1934, le fue concedida plaza en la Delegación Marítima de Almería, coincidiendo con su ascenso a oficial primero del Cuerpo.
En junio de 1936, mi abuela, mi padre (de once años) y mi tía (de diez) salían en tren hacia Lekeitio para pasar sus vacaciones. Mi abuelo se quedó (se reuniría con ellos más tarde, dijo) y los suyos tardaron casi ocho años en volver a verle.
Presos republicanos en el Penal del Puerto de Santa María
Fue hecho prisionero en marzo de 1939 sometido a consejo de guerra que le condenó, primero, a muerte, y luego, a 20 años y un día (sin redención). La pena le fue impuesta por un delito de “rebelión militar”. Él, que no había hecho la mili al ser hijo de viuda. Tras pasar por un campo de concentración, el penal del Puerto de Santa María y la prisión provincial de Almería salió en “libertad condicional” el 7 de febrero de 1944 y no extinguió su condena el 29 de marzo de 1958.
Pero, esto no fue todo. La dictadura estaba dispuesta a prolongar su venganza y humillación hasta donde hiciese falta. El 26 de mayo de 1945, se autorizaba “al capitán de la Marina Mercante Miguel San Sebastián Lapeyra para navegar en altura, en puestos de oficial subordinado”. Días antes, en documento de revalidación del “nombramiento” (título) de capitán se incluía la siguiente nota: “Se expide el presente documento de revalidación de titulo profesional a favor del interesado, restringiendo dicha revalidación con la limitación de no poder desempeñar destinos de mando y sí únicamente de oficial subordinado, en tanto con su conducta no se haga merecedor de disfrutar con todos sus derechos y privilegios de su título profesional mencionado”. Esto lo firmaba un almirante franquista, Jesús María de Rotaeche.
Su primer empleo en libertad (junio de 1945) fue de tercer oficial en el “Albareda” (que, antes, había sido el tristemente célebre “Udondo”, pero, esta es otra historia). Aquí coincidió con su hijo (mi padre): fue la única vez que navegaron juntos y con ellos otro joven lekeitiarra, el inolvidable Ramón Lauzirika. Navegó en la misma compañía “Transportes, Aduanas y Consignaciones” hasta su jubilación en 1961. Ni que decir tiene que el título de capitán no le fue “devuelto” hasta junio de 1956. En aquella ocasión, el expediente de devolución fue instruido por un teniente chusquero de Infantería de Marina. Ya no lo hacían los almirantes. Hoy lo menos que se puede esperar es que se anulen todos los "consejos de guerra" del franquismo...pero eso es mucho pedir.
Al jubilarse, junto a José Bengoechea e Iñaki Zubillaga, revitalizaron la Escuela de Naútica de Lekeitio(en la que él había estudiado) para preparar patrones de costa y de pesca.
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