Historias de Brujas
Cocina de brujas, Viena, 1610
El escritor guipuzcoano José de Arteche recoge en su libro Un vasco en la postguerra que su amigo el médico Ángel Yrigaray ha tenido noticias de la celebración de un akelarre en el pueblo navarro de Valcarlos. Estamos en 1942: “Era de noche, en el cobertizo-cuadra de un caserío. En medio ardía una fogata que despedía gran calor. Los asistentes a la reunión bebían grandes cantidades de vino y vermut, bebida esta que en aquel pueblo se vende como si fuese vino. A una señal todos se desnudaron por completo y colgaron la ropa de unos clavos puestos en la pared. Era verano. Hacía calor y a veces salían afuera para refrescarse pero volvían enseguida. A poco volvió con un gato vivo que metió en un caldero. Un hombre tapó la olla pronunciando, lo mismo que ella, unas palabras rituales. Cuando la olla hirvió todas se sirvieron cucharadas de aquel caldo que sorbieron con gran reverencia. El que hacía de preste recitaba una melopea. Luego celebró una parodia de la misa. Al final cortó rodajas de un chorizo y fue dándoles, remedando la comunión, a todos, en medio de horribles blasfemias y remedos de salmos en latín y vascuence. De cuando en cuando ellos y ellas se agarraban de las partes pudendas. Se trata, sin duda, de una perduración de los ritos del akelarre”.
La noticia del akelarre corrió como un reguero de pólvora. Según parece, a pesar de que los asistentes se juramentaron a guardar secreto, uno, asustado, abandonó el akelarre contando lo ocurrido al doctor Yrigaray. Una versión casi idéntica la recogió Julio Caro Baroja en Las brujas y su mundo. Varían solo algunos detalles.
En el relato de Arteche sorprenden reacciones e interpretaciones. Yrigaray no está de acuerdo con la teoría del escritor “que supone el akelarre como una satanización y una perduración de bestiales rituales mágicos”. Por el contrario se trata de “un acto de fe en el demonio, un ponerse a bien con él, por si acaso”.
En los textos de Arteche (publicado en 1977) y de Caro Baroja (cuya primera edición vio la luz en 1961), parece claro que los escritores tratan de evitar que el censor franquista identifique, no solo el lugar del akelarre, sino a aquellos que pudieran identificar a las brujas.
Caro Baroja es sin embargo el más explícito de los dos. Sitúa los hechos “en agosto de 1942 concretamente, en el barrio de G..., pueblo de L.. o V..., muy cerca de la frontera por la parte de Roncesvalles”. La reunión “la formaban la dueña de la casa y seis hombres y dos mujeres más”. Está claro que se refiere al pueblo de Luzaide o Valcarlos. Ocurre, sin embargo, que el pueblo existen dos barrios cuyo nombre comienza por “G”: Gaindola y Gaiñekoleta.
Luzaide o Valcarlos es un apéndice de la Alta Navarra que se adentra, como una cuña en tierras de Cize o Garazi. De él dice Jimeno Jurío que “a lo largo de la historia ha sido pueblo de pastores, roturadores de sus tierras hacia 1300. Pueblo de ferrones, extrayendo de las montañas rocosas el mineral preciso para la fabricación de sus herramientas. Pueblo abierto a los viajeros de Europa, peregrinos de Compostela, a través de una red de hospitales y albergues diseminados por su camino francés, como un rosario de la caridad del vecindario”.
Las historias de brujas no son ajenas a la tradición de Luzaide. Antes de entrar en Gandiola, unos metros antes de la borda de Doray, a la mano izquierda de la carretera, la roca dibuja un curioso repliegue, formando la Cueva Mushilo, desaparecida casi totalmente al ampliarse la carretera. Jimeno Jurío afirma que, cuando estaba entera, “venían aquí a contarse sus cuitas las sorguiñas y brujas del valle. Todavía en broma dicen en Valcarlos a las gañekoletarras que marchan camino de casa al atardecer:
- ¿Te atreves a ir sola?. ¡Ten cuidado al llegar a Mushilo no salga una bruja!”.
Angel Irigaray, aunque nacido en Bera, es hijo de Burguete, pueblo vecino a Luzaide lo que explica su conocimiento de un hecho de este tipo. Al final, lo que sorprende de todo esto es la reacción de gentes como Arteche, el cura Pierre Lafitte o el propio Yrigaray: querían saber el texto de los salmos que recitaban los brujos de Luzaide para incluirlos en sus estudios de lingüística. Arteche, además, parece afligido por el hecho que todos los participantes en el akelarre menos uno eran católicos practicantes, y, además, uno, hermano del cura.
Gracias a Julio Caro Baroja se sabe que, justo diez años antes, del akelarre de Luzaide, en 1932, se celebró otro en el término municipal de Izpazter. Testigo un cirujano de Deba que residía en Madrid y que se lo relató así al escritor: “Al pasar entre Lequeitio e Ispaster, muy cerca ya de este pueblecito, divisé en medio de la carretera un bulto negro que permanecía inmóvil, a pesar de que a fuerza de toques de bocina quise llamar su atención para que se apartara. A unos cuantos metros tan sólo de él me percaté de que trataba de una mujer. Algo malhumorado por la falta de atención de ella, paré el auto y le pregunté en vascuence:- ¿Por qué no hace usted caso cuando se toca la bocina?- La mujer quedó un instante indecisa y luego, echándose a reír, dijo: ¡No ve usted que estoy en aquelarre!- Apenas había dicho esto cuando se oyeron las voces, que estaban en un prado vecino, y la mujer se fue allí corriendo. Yo proseguí mi ruta sin prestar más atención a lo sucedido”.
Por la descripción del médico, el akelarre podría haberse celebrado en algún prado del barrio de Kurtziaga, justo en un cruce de caminos. En aquellos días, no eran muchos los coches que circulaban por el lugar y estaba suficientemente alejado del núcleo principal de Izpazter, un municipio fundamentalmente rural.
Las historias de brujas y ritos mágicos siguen vivas en la memoria popular de esta comarca. La más conocida es la de la bruja de Aulestia.
Algunas mujeres siguen celebrando algunos ritos, especialmente lo noche de San Juan, en el comienzo del solsticio de verano. Son ritos que tienen que ver con la purificación. En Baurdo, pareje del barrio de Zelaia, en Mendexa, las mujeres se lavan en una cala rocosa con agua de mar. En otros lugares, estos barrios rituales se producen en determinadas fuentes.
Zugarramurdi, forma con Urdax, Ainhoa y Sara, un territorio al que se le da el nombre de Xareta, “Lugar de bosques”, vinculado para siempre a la historia de la brujería vasca. Aquí existe un prado llano al que se conoce como Akelarre, cuya traducción exacta es “prado del macho cabrío”. Frente a él está Akelarren-leze, cueva de Akelarre. José Miguel de Barandiarán dice que “se cree que aquel paraje y en aquella caverna se reunían antiguamente brujos”: En el vestíbulo de la cueva, a pequeña altura sobre el piso del mismo, se abre en el muro un boquete a modo de ventana, que, según dicen los vecinos de aquella localidad, es cátedra donde el diablo en figura de macho cabrío recibía a los brujos y brujas. En el piso llano del portal y del vestíbulo se reunían los devotos de Aker, para tributarle su culto: adoración, ofrendas, rendición de cuentas, aceptación de órdenes y otros ritos y funciones.
Akelarren leze tiene por fondo un ancho hueco y salto en el vacío sobre un arroyo que corren en una profunda vaguada y galería llamada Sorguinenleze, “Cueva de Brujas”, con tres amplias salidas.
Además de Akelarre de Zugarramurdi, se conocen otros lugares donde se reunían los brujos: Fikozelai (Sara), Artegaña (Altzai), Petiriberro (Aezkoa), Arleze (Sierra de Andia), mugarri de Placencia, Larrun, plaza de Azkain, Ermita de Saint Sprit, iglesia de Urdax, , Parroquia y casa Barbarenena de Senpere, Jaizkibel, Irantzi (Oiartzun), Puiegi y Mairubartza de Amestoia también en Oiartzun, Mandabiitta (Ataun), Akelarre de Mañaria, Garaigorta (Orozko), Etxebartxuko landa (Murueta), Eperlada (Múxika), Akerlanda (Gautegiz de Arteaga), Askondo (Mañaria), Akelarre (Saibei), Petralanda (Dima), Amézola (Ola eta), Abadelaueta (Zigoitia), Mariturri (Orendain), Urkiza (Peñacerrada),...
¿Qué es un akelarre?. La traducción literal del euskara es “prado del macho cabrío”. En el diccionario de Azkue, se recoge la siguiente acepción: “Llano de Nabarra, entre Urdax y Zugarramurdi, que la fantasía ha elegido como punto de reunión de brujas”. En el Hiztegia 80, uno de los de mayor uso en el País de los vascos, la traducción de “akelarre” sería “aquelarre”. Y, ¿cuál es el significado en castellano de aquelarre?: “reunión o conciliábulo de brujos”.
¿Qué hacían los brujos en este conciliábulo?. Fundamentalmente, adorar a aker, el macho cabrío, especialmente al cabrón negro (akerbeltz). Este era adorado en Akelarre en las noches de lunes, miércoles y viernes. Resalta Barandiarán que, “a juzgar por la descripción de sus reuniones, éstas respondían a un movimiento clandestino, inserto en viejas creencias, en el que llegó a cristalizar la oposición contra la religión cristiana y quizá más solapadamente, contra la organización social vigente un oficialmente reconocida en el país. Más de quince lugares de esta culto se señalan en tierras de Vasconia: su nombre más comúnmente conocido”.
Para designar a los brujos, en euskara se utiliza la palabra sorgin con la que también se designan a determinados genios que realizan funciones extraordinarias. Dice Barandiarán que las sorgiñak, son personas embrujadas, generalmente mujeres, que toman parte en reuniones nocturnas nada normales, en maleficios de varias clases begizko (aojo), birao (maldición) y otros- y asisten a las ceremonias que preside el diablo en figura de cabrón en Akelarre, en Petralanda, y en Akerlanda.
A la intervención de las sorgiñak se atribuyen diversos males, como la pérdida de las cosechas, enfermedades, aojos, muertes de niños, naufragios,...
¿Cómo se llega a adquirir la condición de sorgin?. Hay muchos métodos y caminos: dar tres vueltas alrededor de una iglesia, no haber sido bien bautizada, haber heredado prendas de otro sorgin o haber mantenido contactos con éste, por haber recibido del mismo un alfiletero o acerico kuthun (en el que se guardan los autzek o genios familiares), por haber besado a Etsai (diablo) y signarse con un pié mientras dice: porla se, zapalte, funte fa, funte fi, txiri, biri, ekatsu, ekatsu, amén.
¿Cómo reconocer a la sorgin?. Pueden ser personas que no tienen ningún lunar en la piel; aquella que no sale de la iglesia mientras el misal está abierto en el altar; aquella que dobla su dedo pulgar hasta tocar con él la muñeca de la misma mano; aquel que abraza la muñeca con dos dedos de la misma mano,...
Y, ¿si la bruja está oculta?. ¿Cómo descubrirla?. Metiendo en agua hirviendo el corazón de una gallina, pinchándole con alfiler y colocándolo en una habitación, se hace visible al instante.
Se dice que una sorgin, cuando está en funciones, adopta distintas formas, sobre todo de animales a los que falta siempre algún miembro como la pata, la cola, la cabeza,... La más frecuente es la del gato. Luego y en distintos grados, carneros, bueyes, cerdos, insectos...
A las reuniones nocturnas y a los lugares en que realizan sus funciones las brujas se trasladan muchas veces de modo preternatural, bien mediante un ungüento con el que previamente se frotan y una fórmula que al mismo tiempo pronuncian, bien en virtud de esta solamente. Las palabras que en este caso se dicen son: sasi gustien gañeti en odei guztien aizpiti (por encima de todas las zarzas y por debajo de todas las nubes). Para volver a su forma natural, deben volver a casa antes de cantar el gallo.
Refiriéndose a la represión de la brujería en el País de los vascos, Barandiarán concluye: “Hay veces en que toda esta balumba de creencias es proyectada sobre unas personas poco simpáticas o de sospechosa conducta: es un caso de encarnación del mito. Tal ocurrió en Vasconia en forma bastante ruidosa, durante los siglos XVI y XVII (como antes en países de Europa), en que muchas personas, acusadas de brujería, fueron implacablemente perseguidas”.
Quema de brujas
Algunos de los episodios más sangrientos de represión de la brujería tendrán lugar en Lapurdi y Navarra.
En 1609, el inquisidor Pierre de Lancre, llamado por la nobleza labortana, envió a la hoguera a más de 600 personas en el plazo de tan solo cinco meses.
En aquel año, el Pays de Labourd comisionó a los señores de Amou y de Urtubie para que pidiesen a Enrique IV que nombrara un juez que reprimiera los delitos de brujería, “pues había plaga de brujos y brujas”. Uno de los elegidos, que finalmente dirigirá la represión, fue Pierre de Lancre, consejero del Parlamento de Burdeos. De su actividad publicó dos libros que son un auténtico monumento a la barbarie: “Tableau de la inconstance des mauvais anges et demons”, impresa en 1612, y “L´incredulité
et mescreánce du sortilege plainement convaincue”, publicado por primera vez en 1620.
El efecto que causó Lapurdi a De Lancre fue malo desde el principio. Para él hay razones geográficas, morales, y “populares” que explican perfectamente el que Satanás escogiera aquella tierra como centro de sus operaciones funestas, vivero de la brujería de Europa. Aquella región vasca estaba bien poblada. Pero, eso sí, por gente que hablaba una lengua, el euskara, que por sí ya era un indicio de rara divergencia. Además, su posición lindante con el antiguo Reino de Navarra y otros territorios pertenecientes a los reyes de España y el que la división diocesana dentro e ellos no estuviese de acuerdo con las políticas daba al demonio muchas posibilidades para celebrar sus asambleas. A pesar de estar poblado no era un país fértil y los labortanos preferían “el inconstante ejercicio del mar” al trabajo de los campos. Para el juez de Burdeos: “Los labortanos, malos agricultores y peores artesanos, no aman ni a su patria, ni a sus mujeres, ni a sus hijos, no son ni franceses ni españoles y esto da indiferencia a sus costumbres”.
Los marinos que regresan desde Terranova con algún dinero ahorrado, se dedican con sus familias a la francachela comiéndose y bebiéndose todo. Vuelven pobres a la pesca lo cual deja a sus mujeres y niños sin recursos lo que, para el inquisidor, “trae relajación en las costumbres, de suerte que viven sin temor de Dios”. A las mujeres, les considera seres muy peligrosos.
De Lancre critica con dureza la costumbre de que, en las iglesias intervengan mujeres en función de sacristanas, las “seroras”. Un hecho que le parece execrable.
Las matanzas de Lancre obligaron a muchos labortanos a exiliarse, cruzando la frontera, muchos de ellos pretextando peregrinar a Santiago de Compostela. Asimismo, cuando los marinos regresaron del Atlántico Norte amenazaron con levantarse en armas si no se detenía la represión. La intervención del obispo de Baiona acabó con aquella orgía de sangre en la que los inquisidores obtenían las confesiones más peregrinas de niños o ancianos o mediante tortura.
Entre los días 6 y 8 de noviembre de 1610, el tribunal de la Inquisición reunido en Logroño, condena a cinco mujeres y un hombre, aldeanos todos ellos del entorno de Zugarramurdi, a morir quemados vivos en la hoguera acusados de brujería. Este episodio pone fin a más de un siglo de persecuciones de brujos y brujas en la mitad norte de la Alta Navarra que supusieron la muerte para varios centenares de personas.
Zugarramurdi, 1997: como ocurre en la ciudad norteamericana de Salen, las brujas se han ido apoderando de una parte de la actividad cotidiana. Cada año son más los visitantes, sobre todo después de la película Akelarre, que llegan a este pequeño pueblo del norte de Navarra en busca de emociones fuertes.
En un teatro de guiñol se representaron algunos momentos estelares del auto de fe que supuso la muerte para sus paisanas en 1610. Maite Irazoki, una maestra del pueblo, ha publicado una obra explicando la historia de los hechos. Muy cerca de Akelarre, un artesano interpretaba, no sin humor, cómo debieron ser nuestras brujas vascas. Luego, claro, la película de Alex de la Iglasia.
Los pueblos vecinos, ya en Lapurdi, reclama hoy sus propios brujos: la primera condenada por Lancre lo fue en Azkain. En Sara eran numerosos los miembros de la secta de las sorginak. De ellos se conocen algunos de sus nombres: Bertrand de Handuch, la joven Margarita,...