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El principito que se negaba a envejecer


Antoine Saint-Exupery

“Caminando en línea recta no puede llegar uno muy lejos”

-A. Saint-Exupery

Decía Juan Benet que “la mercancía que suministra la inspiración acostumbra a ser breve, circunstancialº y en muchos casos incompleta. Su extensión se limita a unas pocas palabras y, a lo sumo, a ciertas insinuaciones que en cuanto a materia prima que el escritor debe elaborar, analizar y formalizar se presentan más como problemas que como soluciones”.


Lo curioso es que una afirmación tan rotunda adquiere toda su dimensión en lo que Beigbeder llama “el único cuento de hadas del siglo XX”. Es decir, “El Principito” de Antoine de Saint-Exupery. Pero, en esta lectura, he descubierto que “El Principito” es muchísimo más: es una obra maestra, un libro de viajes (el viaje a la infancia de su autor), un tratado de psicología, …

“Solo con el corazón se puede ver bien: lo esencial es invisible a los ojos”.

-A. Saint-Exupery

Y, efectivamente, ocupa la cuarta posición de la famosa lista. El amigo Beigbeder recuerda que Saint-Exupery ha creado personajes que enseguida se convirtieron en míticos: el Príncipe ha caído del su planeta B612, que le pidió un dibujo de un cordero a un aviador perdido en el desierto. El farolero que se pasa el día diciendo buenos días y buenas noches. El zorro filósofo que quiere que le domestique: “Si tu me domesticas, tendremos necesidad uno del otro”.

Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque nadie lo recuerdo”.

-A. Saint-Exupery


Esta vez, me faltaban los gigantes. Recordaba que la primera vez que leí El Principito había gigantes. O eso entendí yo. No. No eran gigantes, eran “personas grandes” que aconsejan o desalientan, según los casos. Y es que, en Argentina, lo grande en este caso se aplica a la edad no al tamaño. La traducción más difundida (aún hoy) es la del argentino Bonifacio del Carril que hizo para Emecé (1951). Busqué sin éxito la de José Hierro (1965 y 1967). Aún así, está vez he disfrutado como pocas veces con un libro lleno de sabiduría.

“Es mucho más difícil juzgarse a uno mismo que juzgar a los demás. Si logras juzgarte bien a ti mismo serás un verdadero sabio”.

-A. Saint-Exupery

“En literatura el tema en sí puede ser poca cosa con la importancia que cobra su tratamiento, resalta Benet. Es el barro del alfarero. Y, sin embargo, el resultado en su conjunto podrá ser un museo de cerámica, pero no una pinacoteca o una armería”.


En esta lectura -que debo agradecer a los clientes de la FNAC y los lectores de Le Monde he comprendido por fin que El Principito no es un libro dedicado a los niños sino a los que creen que han dejado de serlo.

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