Malraux sin esperanza
Andre Malraux
"Quede claro -dice mi amiga Nuria Amat- que por ningún motivo que todo libro adquirido merece ser leído. Los libros, como las personas, tienen sus momentos de encuentro que uno puede posponer para fecha más oportunas o incluso para siempre".
Después de leer las primeras cincuenta páginas de La condición humana pensé en posponer la lectura para mejor ocasión, a fin de cuentas ya había leído L'Espoir ("La Esperanza"). Para Henri de Montherlanz, este último "era el más bello libro sobre la guerra (civil española) y también el más bello libro de André Maraux". Tampoco anima a seguir Frédéric Beigbeder, exegeta oficial del inventario. "El estilo de las novelas de André Maraux se ha marchitado un poco: tiene ese tiene ese lado grandilocuente de las voces en off de los noticiarios de Gaumont de antes de la guerra, y también esa total falta de ironía que caracteriza los discursos del ministro de Cultura del general De Gaulle".
Está claro que Beigbeder ha tenido que leer el libro por exigencia ¿contractual? A mi me pasa algo parecido: yo tengo que cumplir un calendario y no puedo dejar lecturas pendientes.
La condición humana tiene el envoltorio de una novela de aventuras clásica, pero, como asegura el bueno de Beigbeder, también es la novela del idealista desengañado. Por otro lado, todo muy en la línea del siglo XX: "Malraux verá convertirse la revolución china que tanto deseaba ver triunfar en un totalitario baño de sangre".
La novela se desarrolla durante la guerra civil china que enfrentó a Kuomintag de Chiang Kaishek con el Partido Comunista Chino. Antes había sido aliados para combatir a los señores de la guerra.
El argumento se centra en un episodio concreto: la masacre de Shangai de abril de 1927 en la que el ejército de Chiang Kaishek, empujados por los representantes de las potencias con fuertes intereses en la región, detienen y ejecutan a obreros y sindicalistas encuadrados en el PCCh que había tomado el poder en la ciudad.
Los principales personajes de la novela están entre los comunistas; Kyo, el líder idealista; Chen, el terrorista,.. También aparecen algunos franceses como el cínico Ferral o el barón Clappique, un chorra vividor.
Es cierto que, en esta novela, no hay medias tintas, ni buenos, ni malos. Un crítico entusiasta, como José Luis Alvarado, afirma que la de Malraux es "sobre todo, una novela necesaria para aquellos que entiendan la ficción como un vehículo de compresión de la realidad del hombre". El Taller de Lectura de Liliana Costa sentencia: "La prosa de Malraux es minimalista, escueta y precisa. Pero la traducción al español de César A. Comet, muy mejorable, le resta precisión a la prosa, y belleza".
Al final, después de tantos prejuicios, he disfrutado con esta novela entretenida y enérgica. Por cierto, complementada con El Loto Azul de Hergè con el que comparte espacio y tiempo.