Steinbeck, comer o no comer uvas
John Steinbeck
A mi, que conste, me ha gustado Las uvas de la ira. La primera vez que leí el libro (los los libros: eran/son dos volúmenes) y ahora. Es una obra de lectura fácil. Como en el caso de Camus, se nota el oficio del periodista en la redacción. Sin embargo, no hay unanimidad. A nuestro amigo Frédéric Beigbeder, no le ha gustado nada, a pesar de que ocupa el número 7 del inventario que él comenta. Lo considera "un inmenso tocho": " Las uvas de la ira no merecen que uno se coma no siquiera un gramo". Sin embargo, el crítico Luisgé Martin asegura que nos encontramos ante "una de las grandes novelas políticas de la literatura. describe con precisión la devastación del mundo de hoy". Me parece demasiado. Eso sí, Beigbeder reconoce que "en aquella época al igual que hoy, a los americanos les importaban un bledo los pobres siempre que no fueran blancos: Steinbeck tuvo el mérito de mostrarles que se podía ser blanco de piel y miserable de cartera".
Veamos: Las uvas de la ira retrata el drama de la emigración de una familia, los Joad. Obligados por el polvo y la sequía se ven obligados a abandonar sus casas y sus tierras en Oklahoma y en Texas y dirigirse a California, la tierra prometida. Allí, sin embargo, las esperanzas de esta legión de desheredados no se cumplieron.
La novela dio lugar a una obra de arte. Esta vez si. La película del mismo título de mi idolatrado John Ford, que obtuvo un Oscar por esta cinta. Estamos una película magistral donde las haya, ningún plano sobra, todo está cuidado, revuelve las conciencias, perdurará a lo largo del tiempo. A mi hijo mayor, por cierto, no le gustó demasiado.
Por cierto, si tuviese que poner una banda sonora a esta historia, esta sería cualquier cosa de Leadbelly, interpretada por él mismo o por Pete Seeger, o Woody Guthrie. Por cierto, a este último se deben temas como This land is your land o Deportee que también pueden ilustrar la historia.
Jack Kerouak en la carretera
Una carretera diferente
Mientras leía a Steinbeck pensaba en Kerouak y su En el camino (en la carretera). Descubrí inmediatamente que no era nada original. Aparte de millones de lectores, siempre hay un argentino que lo ha hecho antes. Es cierto que, mientras Steinbeck escribe desde el realismo, en la obra de Keruak, predomina la picaresca. Hay elementos comunes, claro. Esa vida de vagabundo, las dificultades para alcanzar el sueño americano. En mi caso, había una coincidencia más: haciendo caso a los ejemplares que tengo, lo había leído casi al mismo tiempo. Recordé entonces cómo había conocido a Kerouak.
En mi primer año de Periodismo, conocí a a una estudiante de 5º de Filosofía Pura que era algo mayor que yo. Leía a Kerouak, a Bukowsky,... a Allan Watts (cosas sobre el budismo zen)., y yo la imité. Los libros se conseguían en la añorada librería El Parnasillo, de la calle Paulino Caballero de Pamplona. Un remanso de cultura que, periódicamente, sufría los ataques de los "guerrilleros de Cristo Rey" (uno de cuyos jefes era el tristemente célebre Quino Solchaga). La mayor parte de aquellos libros estaban publicados en Argentina en editoriales como Losada o en la Juan Granica. Desde luego, no estaban entre los recomendados por la Universidad de Navarra.