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Zen y Beat en El Parnasillo


Peregrinos budistas

Conocí a Maite Urgoiti en Pamplona en el verano de 1973. Ella estaba acabando Filosofía Pura y yo comenzaba Periodismo, ambos en la Universidad que el Opus Dei tiene en Navarra. Maite era de Tolosa. Allí fue a visitarla en alguna ocasión. Era una mujer culta que me "inició" (no se si se puede definir así) en la lectura de los beat y sus influencias espirituales. Es decir, de Alan W. Watts, un referente del budismo zen en Occidente.


Todo aquello estaba muy bien, pero había que conseguir los libros. En mi librerías habituales, era complicado encontrar aquellos títulos. En la Librería Universitaria, era como pedir peras al olmo. El Index librorum prohibitorum no fue suprimido por Pablo VI hasta 1966 y, en 1973, había muchos en el Opus Dei que consideraban que "el Papa Pablo estaba aconsejado por herejes". Entonces, en el número 47 de la calle Paulino Caballero de Pamplona surgió un parnaso de esperanza, que sus creadores, modestos, bautizaron como El Parnasillo. Y allí sí. Claro que, en aquellos tiempos, la extrema-derecha, en forma de "guerrilleros de Cristo Rey", estaban dispuestos a impedir por la fuerza a que la librería cumpliese su misión. En mis tiempos, la atacaron varias veces. En 1978, la cosa fue más allá. Esta vez el ataque fue firmado por el Comando Adolfo Hitler.


Alan Watts


De El Parnasillo es mi ejemplar de El Espíritu del Zen, de Alan Watts, publicado, por supuesto, en Argentina, por Dédalo, una editorial especializada en estos temas.


Alan Watts nos dice que "así como resulta imposible explicarle la belleza de una puesta de sol a un ciego de nacimiento, también lo es para los sabios encontrar palabras con las que puedan expresar su sabiduría a hombres de menor comprensión".


Watts nos permitió acceder a los secretos de Oriente de manera original y por demás metafórica. Desde una perspectiva rica en críticas y reflexiones a los estilos de vida actuales, se encargó de “traducir” el zen, a través de su propia experiencia de vida. Y es que este filósofo encontró en esta disciplina (y otras como el tao) la respuesta a los acertijos que plantea la sociedad moderna a los individuos. Vivió en tiempos que vieron nacer al caos industrial –y a una serie de patologías modernas como el estrés y la ansiedad–, pero encontró en el zen la disciplina para comprender la transitoriedad de la vida. Y fue ese camino el que se dedicó a enseñar.


Cuando el libro se acerca al final, Watts nos aclara algo más: "La verdad es que el Zen es como la vida, no hay nada en absoluto en lo que uno pueda apoyarse y decir: 'Esto es; lo he conseguido'. Por tanto todo libro sobre Zen es más bien un cuento de misterio al que falta el último capítulo; siempre hay algo que se escapa a toda definición, que nunca puede ser expresada en palabras, y por más que nos empeñemos en ponerlo a nuestro alcance, siempre va un paso por delante. Pero esto es así porque definición y descripción equivalen a muerte, la verdad del Zen es tan difícil de matar como el dragón de múltiples cabezas del antiguo mito, al que siempre le crecía una cabeza nueva en reemplazo de la que le cortaban".

Gary Snyder & Jack Kerouac

En El Parnasillo, compré asimismo tres de los libros de Jack Keruac, quizá el novelista más conocido de la generación beat. Siguen pegadas las etiquetas en las que un día estuvo el precio. En el camino, Los Vagabundos del Dharma y Pic. Los tres editados en Argentina. Los dos primeros, por Losada. El tercero por Granica.


Yo estoy de acuerdo -¡como para no estarlo!- con Henry Miller cuando afirma rotundo: "Es posible que nuestra prosa no se recobre jamás de lo que le ha hecho Jack Kerouac. Amante apasionado del lenguaje, sabe como utilizarlo. Siendo un virtuoso nato, disfruta desafiando las leyes y los convencionalismos de la expresión literaria que estorban la auténtica comunicación sin trabas entre el lector y el escritor". Por cierto, los lectores de Le Monde han desterrado a Kerouac (En el camino) al número 67. Pero, hoy no toca. Estamos con el Zen.


Como recuerda la gran Fernanda Pivano, "en Los Vagabundos del Dharma, el autor quiso teorizar la filosofía Zen. (...) De esta novela se colegía que Kerouac había sacado de cierta literatura china el gusto de valorar las imágenes descarnando las frases y las palabras hasta el punto de llevar a los simples vocablos a tensiones y vibraciones casi simbólicas".


En Los vagabundos del Dharma, uno encuentra experiencias místicas, comunión con la naturaleza en la cima de las altas montañas, fraternidad y poesía, vino y orgías: un grupo de jóvenes desarrapados y febriles deambula por la soledad de California de los años cincuenta.


Michael McClure, Bob Dylan y Allen Ginsberg


Luego, en otras librerías y momentos, he ido comprando obras de Ginsberg, su Kadish me parece extraordinaria. La traducción de la Oda Plutoniana destroza la obra. Con éste, Lawrence Ferlinghetti (El amor en los días de furia), Charles Bukowsky (La senda del perdedor o Factotum) o Michael McClure (Neuronas del espíritu).


No resulta sorprendente que tanto Bob Dylan como Leonard Cohen tuviesen contactos y recibiesen influencias de la generación beat. Por otro lado, la relación de ambos con el Zen fue evidente. Más evidente en el caso de Cohen que se convirtió en un monje zen. Pero estas son otras historias.


A Maite Urgoiti le perdí la pista hace muchos años. El Parnasillo -que cambió de emplazamiento- echó el cierre definitivo (por jubilación del último librero) en 2014.




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