Aldous Huxley: la felicidad inducida
"¡Oh prodigio! ¡Qué arrogantes criaturas son estas! ¡Bella humanidad!
¡Oh espléndido nuevo mundo, que tales gentes produce".
- William Shakespeare, 1611
El Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres es "un edificio gris, achaparrado, de solo treinta cuatro plantas". Encima de la entrada principal se encuentra el escudo con la divisa del Estado Mundial: Comunidad, Identidad, Estabilidad. Este es el lugar en el que comienza uno de los libros más sorprendentes y proféticos del siglo XX: Un mundo feliz, de Aldous Huxley, que además es el libro con el que he comenzado la cuarentena de coronavirus.
Hay que señalar que, cuando su autor se dio cuenta de que sus profecías se estaban cumpliendo, se vio obligado a publicar en 1958 Nueva visita a un mundo feliz, que es una "explicación" del primer texto y un balance de lo ocurrido desde que lo escribió en 1931 (y se publicó un años más tarde). Hoy, yo creo que ambos libros deben leer juntos.
Estas obras de Huxley confirman, como pocas otras, la teoría de Umberto Eco sobre los poderes inmateriales: "Estamos rodeados de poderes inmateriales que no se limitan a determinados valores espirituales, como puede ser una doctrina religiosa. (...) Y entre estos poderes yo incluiría también el de la tradición literaria, es decir, es decir el de ese conjunto de textos que la humanidad y ha producido y produce no con finalidades prácticas (como llevar registros, anotar leyes y fórmulas científicas, redactar actas de sesiones o disponer horarios ferroviarios) sino más bien gratia sui, por amor a si mismo; textos que, además, que se leen por deleite, elevación espiritual, ampliación de conocimientos, incluso por puro ocio sin que nadie nos obligue a hacerlo (si prescindimos de las obligaciones escolares)".
Beigbeder (sí: esta obra ocupa el número 21 del Inventario), resalta que "probablemente lo más increíble de este libro es su año de publicación: 1932: Huxley lo predijo todo: la clonación, los niños probeta, el totalitarismo. la globalización materialista, el nuevo fascismo de la felicidad artificial y obligatoria, la ideología light".
"El cambio realmente revolucionario
deberá lograrse no en el mundo externo,
sino en el interior de los seres humanos".
-A. Huxley
Como resalta nuestro critico francés de cabecera, una de las conclusiones de la obra de Huxley es que "al poder le interesa que a los ciudadanos gocen lo más posible con tal que no piensen". Pero, además, es una "novela de anticipación profética, fundada en un conocimiento científico muy realista. Un Mundo feliz no ha envejecido ni pizca. Al contrario".
Como ha quedado dicho, la novela es una distopía que anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia, manejo de las emociones por medio de drogas (soma) que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es ordenada en castas donde cada uno sabe y acepta su lugar en el engranaje social, saludable, avanzada tecnológicamente y libre sexualmente. La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la paradoja es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance de la ciencia, la literatura, la religión, la filosofía y el amor. El título tiene origen en una obra del autor William Shakespeare, La tempestad, en el acto V, cuando Miranda pronuncia su discurso.
Nota: "Soma" es un alucinógeno: deriva de una droga procedente de la India con la que se hacían rituales.
"El bien de la humanidad debe consistir
en que cada uno goce al máximo de la libertad que pueda,
sin disminuir la felicidad de los demás".