Lolita de Nabokov como antídoto
Era amor a primera vista, a última vista, a cualquier vista...
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Lolita" (1955)
Como no podía ser de otra forma, Lolita, de Vladimir Nabokov, ocupa el puesto vigésimo séptimo del Inventario. Beigbeder recomienda que el libro "debe ser leído como una novela de amor apasionado. Un cuarentón llamado Humbert Humbert conoce a una niña de doce años: Dolores Haze; se casa con su madre para poder tirarse a su hija; al descubrir el pastel la madre muere oportunamente y Humbert invita a su hijastra a dar una vuela por América en coche. Lolita acaba abandonándolo, pero él la persigue, y cuando vuelven a encontrarse, ella tiene ya diecisiete años, está embarazada hasta las cejas y su poder de seducción se ha esfumado con su juventud. Humbert Humbert se siente superdecepcionado".
La primera edición de Lolita apareció en Paris en 1955, publicada por Obelisk Press, una editorial con acreditada fama de pornográfica. La novela fue prohibida en Francia y en Inglaterra, y hasta tres años más tarde no pudo publicarse en Estados Unidos. Aunque enseguida fue muy alabada por gentes como el crítico Lionel Trilling y Graham Greene (este último consiguió que Georges Weindenfeld comprase los derechos para Gran Bretaña), los adjetivos de "escandaloso", "inmoral", "decadente" y "ultrajante" acompañaron largo tiempo a Lolita, actualmente considerada como una obra maestra indiscutible de la literatura universal.
La primera versión al castellano, con traducción de Enrique Pezzoni (que firmó con el pseudónimo "Enrique Tejedor") fue publicada por la Editorial Sur de Buenos Aires. En julio de ese año fue prohibida por la Municipalidad de Buenos Aires en julio, y luego en todo el país por sentencias de 1962 y 1963. El editor español Juan Grijalbo adquiere los derechos y la reedita íntegra en México en 1970, con el mismo seudónimo. En España, se publicó por primera vez, en 1975, en una versión censurada que se siguió publicando luego con diversas editoriales sin que nadie denunciara tal censura, incluida Anagrama, que adquirió los derechos en 1986 e hizo algunos cambios menores, pero no publicó una nueva traducción sin censurar hasta 2002, a remolque de la nueva versión francesa de Maurice Couturier (2001) y basada en la de Pezzoni.
Nabokov contempla un ejemplar de mariposa
Como ocurre con tantos otros, la vida de Nabokov es asimismo una gran historia. Habla memoria (sus memorias hasta 1940), además de un buen modelo para este tipo de relatos, confirma lo apasionante de su biografía. Pero, además, Nabokov fue un excelente profesor de literatura como recordaba el escritor John Updike. Su Curso de Literatura Europea o las lecciones sobre El Quijote constituyen dos pequeñas joyas que, además, explican la riqueza de su propia obra. El éxito de Lolita (que fue también económico) apartó a Nabokov de la docencia para siempre. Lo que, por cierto, nunca dejó fue su afición a las mariposas (reunió una imponente colección, parte de la cual se encuentra en Harvard).
Se ha escrito que los auténticos "clásicos" tienen infinitas interpretaciones: lo mismo ocurre con Lolita, una de las novelas más cultas (y también más divertidas) de nuestra época. Continene numerosísimos guiños y referencias culturales, casi siempre en clave paródica, que abarcan desde la leyenda de Tristán e Isolda a la poesía de T.S. Eliot, pasando por Poe, Gogol y Dostoyevsky, entre otros escritores: una exhibición de talento y humor. En definitiva un antídoto contra el aburrimiento (y el aislamiento en días de cuarentena).
Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba de pie, con su metro cuarenta y ocho de estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita.