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Los sentimientos de Stefan


«Siempre el mismo defecto en la humanidad, ¡una completa falta de imaginación!», escribió Stefan Zweig (1881-1942) en su diario en el otoño de 1939.


El número 37 de Inventario es para Stefan Zweig y La confusión de los sentimientos. Recuerdo un ejemplar en casa de una edición argentina que había traído mi padre cuando navegaba. Yo tengo la edición de la Colección Rey de Bastos que dirigiera el recordado (y admirable) Alberto Cardin en la editorial Laertes. Cardin se refiere a Zweig como "homófilo" y su obra como una especie de antecedente de la "literatura gay". Me preocupa lo de "literatura gay". Cuando leo a Yourcenar, Mistral, Sagan, Wilde, Proust, Gide, Gingsberg, Perec,... no busco algo que me recuerde su condición sexual, ni siquiera historias o tramas de contenido homosexual. Me interesa la literatura sin apellido, aunque entiendo a Cardín (y su lucha me pareció admirable).


La biografía de Zweig es en algunos momentos controvertida. Su condición de pacifista y judío, le forzó a abandonar su Viena natal cuando la ocupación nazi era ya una realidad que devoraba Europa. Poco después, Zweig se trasladó a Bath (Inglaterra), iniciando un exilio que le llevó a Estados Unidos, República Dominicana, Argentina, Paraguay y, finalmente, Brasil. Fue en la ciudad de Petrópolis, cercana a Río de Janeiro, donde el escritor puso fin a su vida tras ingerir un veneno que compartió con su segunda esposa, Lotte.

Stefan y Lotte en su lecho de muerte

Por su parte, Beigbeder prefiere hablar de literatura psicológica: "Y es que el tal Zweig es un chico sensible-dice-, un poeta vienés, un fino y delicado analista del corazón humano influido por los trabajos de su amigo Sigmund Freud. Todos sus libros tratan amores contariados, relaciones complejas, deseos inconfesados o insatisfechos: es el maestro de la literatura psicológica. Y La confusión de los sentimientos no es la excepción a la regla".


La novela trata de un reconocido profesor que es laureado en su sesenta cumpleaños por su larga trayectoria llena de éxito y logros. Pero en su interior guarda un secreto de juventud, un episodio ocurrido cuando estaba en la adolescencia. Después de un inicio disoluto en su vida de estudiante, la relación con un nuevo profesor y su esposa dará un giro, no solo a su forma de apreciar la literatura sino, particularmente las relaciones afectivas. "Lo original, en Zweig, remata el bueno de Beigbeder, es que el profesor se pirra más por el alumno".



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