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Arda Troya


Canta, diosa, la cólera aciaga de Aquiles Pelida,

que a los hombres de Acaya causó innumerables desgracias

y dio al Hades innúmeras almas de intrépidos héroes

cuyos cuerpos de presa sirvieron a perros y pájaros de los cielos.

Ilíada, I, 1-5


Tenía ocho o nueve años la primera vez que leí La Iliada. O al menos eso creía yo. Lo que si había leído era La Ilíada o El sitio de Troya, relatada a los niños , uno de aquellos libritos de la Editorial Araluce. De la adaptación (relato a los niños), se encargó nada menos que la periodista y escritora María Luz Morales, responsable de la colección que fue directora del diario La Vanguardia en el bienio 1936-1937. Mi ejemplar aún conserva el sello: "La Esperanza". A.NÚÑEZ. Librería y objeros de escritorio. Marqués de Teverga, 2. AVILÉS. Aquello era un aliciente para la lectura, aunque no aclaraba cuestiones que nos planteamos cuando somos mayores. Muchas de aquellas obras maestras "al alcance del los niños" cayeron en las manos de mis hermanos pequeños que se encargaron de pintarrajearlas y mutilarlas convenientemente. Luego, ya leí la versión de "mayores", incluso, en el Bachillerato, me tocó traducir del griego algunos párrafos con la ayuda de don Dídimo García, que me daba clases particulares para ponerme al día ya que, en Sexto, me pasé de "ciencias" a "letras". Además de don Dídimo -que, además, era capellán del Asilo y director de Radio Popular de Asturias-, don Faustino "el de Correos" me puso al día en latín. "Canta, diosa, la ira de Aquiles..." La influencia de Homero -y de la Ilíada- llega hasta Laurence Sterne cuando, en el Capítulo 9 del Volúmen I de su Tristram Shandy, apela a la "Resplandeciente Diosa".


Homero


Como nos recuerda el gran Indro Montanelli (y a pesar de los pesares), no sabemos nada de Homero. Ni siquiera sui verdaderamente existió. Según la leyenda más comúnmente aceptada, fue un "trovador" ciego delo siglo VIII antes de Jesucristo, que los señores contrataban para oírle cantar sus maravillosas historias. Ellos no podían leerlas porque eran analfabetos, y el tiempo lo pasaban únicamente guerreando, cazando y saqueando. Pero también Homero, tal vez era analfabeto. Recogió la materia de sus poemas directamente de los labios del pueblo y la transformaba, con su inagotable fantasía, según el gusto de los aristócratas auditores. A pesar de las consideraciones de ciertos poetas, la guerra de Troya ocurrió. Curiosamente, sus ruinas están cerca de Galípoli, escenario de unas de las batallas más sangrientas de la I Guerra Mundial. Para la parta histórica (sin complicarse la vida) sigue siendo muy recomendable la Historia de los griegos, de Indro Montanelli o El eterno viaje, de Adam Nicolson, imprescindible para entender a Homero. También ayuda la lectura de La guerra de Troya, de Robert Graves.


‘Iliada’, grabado de John Flaxman.


Una síntesis posible: La Ilíada es el relato detallado de ciertos acontecimientos acaecidos en la última fase de la guerra, de 10 años de duración, que enfrentó a la confederación de los griegos («argivos» o «aqueos») y a Troya/Ilión y sus aliados los «danaos». Es un relato que examina el absurdo de la furia y el orgullo, y el carácter tétrico de la guerra. La Ilíada nos acoge de golpe, Homero no se anda con rodeos. El lector no se precipita desde las murallas de Troya, sino directamente en el décimo año de la tempestad. Abrir Homero es recibir la bofetada de los temporales y las batallas. Sorprendemos a los griegos en plena asamblea, celebrando un consejo, aunque nada sabemos sobre las causas de la discordia. Homero es a la literatura lo que un aqueo a la guerra: corta en carne viva. El tema de la Ilíada es Aquiles, su cólera y las catástrofes que provoca.



La llamada «Máscara de Agamenón». Descubierta por Heinrich Schliemann en 1876 en Micenas.


Por otro lado, siempre me han llamado la atención algunas frases relacionadas (aunque sea remotamente) con la Ilíada. Por ejemplo: “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero“, frase que aparece en el "Juan de Mairena", de Antonio Machado. En la Ilíada y en otras obras se dice que Agamenón es hijo de Atreo, nieto de Pélope y bisnieto de Tántalo, aunque algunos lo consideran hijo de Plístenes y nieto de Atreo, en cuya casa Menelao y él habrían sido educados tras la muerte de su padre.​ Su madre fue Aérope según la mayoría de las fuentes, pero algunas nombran a Erífile como esposa de Plístenes y madre de Agamenón. Además de Menelao, Agamenón tenía una hermana llamada Anaxibia, Cindrágora o Astíoque.​Agamenón y Menelao fueron criados junto con Egisto, el hijo de Tiestes, en la casa de Atreo. Cuando se hicieron adultos Atreo envió a Agamenón y Menelao a buscar a Tiestes. Lo hallaron en Delfos y le llevaron ante Atreo, quien le arrojó a una mazmorra. Acto seguido se ordenó a Egisto que le matase, pero este, reconociendo a su padre, se abstuvo de tan cruel acto, mató a Atreo y, tras haber expulsado a Agamenón y Menelao, ocupó junto con su padre el trono de Micenas.​ Los dos hermanos deambularon durante un tiempo hasta llegar al fin a Esparta, donde Agamenón se casó con Clitemnestra, la hija de Tindáreo, con quien fue padre de Ifianasa (Ifigenia), Crisótemis, Laódice (Electra) y Orestes,y Menelao con Helena.


Troya en llamas, por Johann Georg Trautmann (siglo XVIII).

Según los cálculos de Eratóstenes, en 1184 (a C) finalizó la guerra de Troya. Los aqueos saquearon e incendiaron la ciudad. y, de aquel hecho, nos quedaron frases como "Arda Troya", "Aquí fue Troya", "Se armó la de Troya". Acudo raudo al María Moliner (regalo de mis hijos). Para "Arda Troya" señala: "Expresión con la que alguien muestra indiferencia por las posibles malas consecuencias de una cosa que está decidido a hacer". Para "Allí (o aquí) fue Troya": "Expresión enfática que se emplea en las narraciones para significar que, en el momento de que se está hablando, se armó un gran escándalo, riña o confusión".



El cerco de Troya duró diez años. Los griegos idearon una nueva treta, un gran caballo de madera hueco. Fue construido por Epeo y lo ocuparon soldados griegos encabezados por Odiseo. El resto de la armada griega fingió partir y un espía griego, Sinón, convenció a los troyanos de que el caballo era una ofrenda a Atenea. A pesar de las advertencias de Laocoonte y Casandra, los troyanos introdujeron el caballo en la ciudad e hicieron una gran celebración y, cuando los griegos salieron del caballo, la ciudad entera estaba bajo el sueño de la bebida. Los guerreros griegos abrieron las puertas de la ciudad para permitir la entrada al resto de las tropas y fue saqueada sin piedad alguna. Durante el saqueo, los griegos masacraron a la mayor parte de los troyanos y prendieron fuego a la ciudad.

Ayax y Casandra, por Solomon Joseph Solomon


Casandra fue ultrajada por Áyax el Menor o arrastrada por este mientras ella se hallaba agarrada a la estatua de Atenea. Menelao mató a Deífobo y recuperó a Helena. El rey Príamo fue muerto por Neoptólemo en el altar de Zeus Herceo. Astianacte, hijo de Héctor, también fue asesinado por los aqueos, que lo arrojaron desde lo alto de una torre. Después del saqueo, los griegos celebraron sacrificios a los dioses. Algunas de las mujeres troyanas que quedaron con vida fueron esclavizadas: Neoptólemo obtuvo a la esposa de Héctor, Andrómaca; Agamenón obtuvo a Casandra; la reina Hécuba fue parte del botín otorgado a Odiseo. Sin embargo, a Laódice se la tragó la tierra. Por otra parte, Políxena fue sacrificada sobre la tumba de Aquiles







Referencias bibliográficas


Robert Graves, La guerra de Troya, Madrid (2009): El Aleph.

Homero, Ilíada, Barcelona (1953), José Janés editor. Versión de Fernando Gutierrez.

Indro Montanelli, Historia de los griegos. La vida cotidiana en la antigua Grecia, Barcelona (2002): Debolsillo.

Adam Nicolson, El eterno viaje, Barcelona (2015): Ariel.

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