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Una de sabuesos


"Míster Sherlock Holmes, que generosamente se levantaba muy tarde, a no ser en las frecuentes ocasiones en que permanecía en vela toda la noche, estaba sentado frente a su desayuno. Yo, en pie sobre la alfombra situada frente a la chimenea, tomé en mis manos el bastón que nuestro visitante se había dejado olvidado la noche anterior". Así comienza El perro de los Baskerville (o el Sabueso), una de las obras más famosas de Arthur Conan Doyle, considerada como una de las obras maestra de la novela negra. Mi tiempo con Conan Doyle lo había dejado atrás en mi veintena...hasta que mi madre de regaló (y dedicó "con el mayor cariño") El campamento de Napoleón, traducido por Manuel Machado.


El perro de los Baskerville es la tercera novela de Arthur Conan Doyle que tiene como protagonista principal a Sherlock Holmes. Fue publicada por entregas en el The Strand Magazine entre 1901 y 1902. La novela está principalmente ambientada en Dartmoor, en Devon, un condado del oeste de Inglaterra. Conan Doyle escribió esta historia poco después de regresar de Sudáfrica, donde había trabajado como voluntario médico en The Langman Field Hospital en Bloemfontein. Fue asistido en el argumento por un periodista de 30 años de edad del Daily Express llamado Bertram Fletcher Robinson (1870-1907). Sus ideas provienen de la leyenda de Richard Cabell, que fue la inspiración de la leyenda de los Baskerville. Su tumba se puede ver en un pueblo llamado Buckfastleigh.


Arthur Conan Doyle


Sir Arthur Conan Doyle fue médico, escritor y, según National Geographic, muy a su pesar, caballero del Imperio británico, título que le fue concedido tras la guerra de los Boers, un conflicto que Gran Bretaña mantuvo contra los colonos holandeses en Sudáfrica y en el que el escritor intervino como sanitario. Nacido el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo, a Conan Doyle siempre se lo ha asociado con su personaje más universal, el detective Sherlock Holmes. Pero en realidad se sabe muy poco de su personalidad y menos aún de su vida, que muchos han tachado de gris y anodina. Si se sabe poco, ¿como se puede llegar a esta última conclusión? Hay algo que si es comprobable: Conan Doyle era católico irlandés (su familia procede de Dublín) y, como Joyce, fue educado por los Jesuitas. Por cierto, se llamaba Arthur Ignatius.



Frédéric Beigbeder está cansado, lleva 44 reseñas del Inventario, y eso pasa factura. Le toca comentar El sabueso de los Baskervile (mi ejemplar se titula El perro) y se nota la fatiga. Cae en los viejos tópicos. Los episodios de la obra, según él, "son narrados con un agudo sentido del complejo de inferioridad por el doctor Watson. Un doctor Watson del que uno se pregunta sino mantiene una relación homosexual y masoquista con el detective. De no ser así, ¿por qué iba a soportar ser reprendido a todas horas por un cocainómano que lleva la misma grotesca gorra de tweed desde hace más de un siglo? De hecho el señor Watson no es más que un doble del autor, ya que el propio Arthur Conan Doyle era médico. El dúo cómico pasará a la historia con los mismos honores que don Juan y Sganarelle, don Quijote y Sancho, Vladimir y Estragón, Jacques Chirac y Lionel Jospin".


Lo de las adicciones de Sherlock Homes, aparecen en dos de los libros de su serie: El signo de los cuatro o Escándalo en Bohemia. Y, ¿por qué hacía esas cosas? "¿Por qué se busca una estimulación externa? -se pregunta David Jiménez Flores en su blog- Normalmente porque hay algo en la realidad que chirría. Podemos llegar a decir sin temor a equivocarnos que llega un momento que a Sherlock Holmes la vida (como dicen nuestros amigos argentinos) le chupa un huevo. Le da igual todo y se pone hasta arriba para estimularse. Necesita más para poder seguir siendo Sherlock y para ello se droga". No es nada original. Por ejemplo, A partir de 1821, la London Magazine publica un folletón de la pluma de Thomas de Quincey, el arriba mencionado Confesiones de un comedor de opio inglés. Después publicado como libro llegó a ser el texto más conocido acerca del uso y los efectos de la dependencia del opio. De Quincey lo tomó bajo la forma de láudano por primera vez en 1804 para tratar una neuralgia dental y hacia 1812 comienza su consumo regular hasta finalmente convertirse en una adicción.

El libro termina con una velada de ópera, Les Hugenots, y una cena en Marcini. En mis correrías por Londres (sin un duro), entré en el Sherlock Homes Public House, un establecimiento muy bonito, caro y que es un "pub" para turistas. En el piso de arriba tienen una especie de Museo. Después de una noche de teatro, hay otros lugares para ir.

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