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El Decameron o la búsqueda del pecado mortal


"A Tale from the Decameron", de John William Waterhouse


"Cuando pienso, amables señoras, que por naturaleza tenéis el corazón sensible y compasivo, seguro estoy de que esta introducción os cause tedio y disgusto por el espantoso recuerdo que va a ofreceros de la peste tremenda que tan crueles estragos hizo do penetrara".


Así comienza el Decameron una obra que surgió en una pandemia, la peste, y puede ayudar a enriquecer el tiempo de confinamiento durante la gran pandemia del siglo XXI, el Covid.


Pertenezco a la generación de la contención/represión sexual. Todo lo que tuviese que ver con el sexo era pecado (mortal, por supuesto). Aprendías incluso la diferencia que había entre honesto y honrado, que era una cuestión de emplazamiento: del ombligo para arriba: honesto, para abajo: honrado. Eran los días de López Ibor, del cine de "arte y ensayo" (en el recordado Palladium de Oviedo) con películas como Helga, el milagro de la vida o Sedotta e abbadonata, que hoy producen hilaridad en su contenido "sexual". Por ejemplo, Helga, en realidad, era un documental de educación sexual, dirigido al público adolescente, cuya exhibición en España se convirtió en un fenómeno digno de varias tesis doctorales de sociología. Relegado a las salas de arte y ensayo y no tolerado para menores, despertó un inexplicable morbo en un público ávido de sensaciones fuertes que abarrotaba las salas, en muchas de las cuales se montó un servicio médico para atender a más de un aprensivo que no soportaba la visión de un parto. En un marco así, la lectura de El Decameron, de Boccaccio, era obligada. ¿No? Además, película de Pasolini no se estrenó hasta 1971.



Una descripción "seria" de El Decamerón (Decameron o Decamerone, en italiano), subtitulado Príncipe Galeoto (Prencipe Galeotto en italiano antiguo), puede ser "un libro constituido por cien cuentos, algunos de ellos novelas cortas, escritos por Giovanni Boccaccio entre 1351 y 1353. Desarrolla tres temas principales: el amor, la inteligencia humana y la fortuna. Los diversos cuentos de amor en el Decamerón van de lo erótico a lo trágico. Son relatos de ingenio, bromas y lecciones vitales". Se encuentra, claro, entre los 100 mejores libros de la historia según el Club del Libro Noruego.



El Decamerón de Giovanni Boccacio tiene como marco narrativo el terrible estallido de peste negra de 1348 en Florencia, hecho que obliga a los diez personajes a retirarse a una mansión campestre, donde deciden contar relatos para amenizar el tiempo que han de pasar allí encerrados. Probablemente, Boccaccio concibió el Decamerón después de la epidemia de 1348, y lo terminó en 1353. Aldo Berti, en la introducción de la edición de Edaf (Argentina) afirma que la obra "es el producto de quien, en pleno siglo XIV, ha sabido ver claramente el trasfondo de un mundo sumergido en la bruma de espesos convencionalismos, enmascarado de sofismas e hipérboles, tras los cueles el hombre venía ocultando su ignorancia desde la cuna de la humanidad. Boccacio es el primer escritor de todos los tiempos que tienen el valor de llamar a las cosas por su nombre en un lenguaje vulgar, al que eleva, puliéndolo, a la categoría de estilo literario".


Giovani Boccacio era hijo natural del mercader y banquero florentino Boccaccio da Chellino, agente de la poderosa compañía financiera de los Bardi, no conoció la identidad de su madre, aunque algunos afirman que fue una "joven francesa". Las leyendas que el propio Boccaccio se encargó de difundir acerca de su vida no permiten determinar si nació en París, Certaldo o Florencia. Lo cierto es que creció en esta última ciudad, en el barrio de San Pietro Maggiore, y fue educado por Giovanni Mazzuoli da Strada, quien le inculcó la pasión por Dante que lo dominaría toda su vida. Como para no. Arrebatado de entusiasmo por Dante le canta:

Viva la fama tu, o ben saputa

gloria de florentin, da quali, ingrati,

fu la vita assai mal conosciuta.

El Decamerón tiene unas 750 páginas. Cuando lo leí por primera vez, me pareció una heroicidad totalmente justificada por mi incansable búsqueda del pecado. Es cierto que leí la tetralogía de la guerra civil de Gironella o La vida sale al encuentro, de José Luis Martín Vigil "Curín Tellado". Leer aquello si que era de héroes. Lo otro, no. He logrado terminar la segunda lectura en dos semanas. Una verdadero placer, poco pecaminoso. Acabo con Boccacio:


Ahora decid o creed lo que os plazca; yo me callo.

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