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Kundera de broma

"Así que después de muchos años me encontré otra vez en casa. Estaba en la plaza principal (por la que había pasado infinidad de veces de niño, de muchacho y de joven) y no sentía emoción alguna".

De esta forma comienza La broma, de Milan Kundera. No quiero ni pensar que eso me pueda pasar a mi. Punto y aparte.


La literatura de Kundera es una de las luces que ilumina un siglo XX marcado, a decir por Auswitch y el gulag. Los títulos de sus obras son toda una invitación: El libro de los amores ridículos, La ignorancia, La Fiesta de la insignificancia, La despedida, Un encuentro, La imortalidad, La insoportable levedad del ser,... y, por supuesto, La broma. Toca La broma, su primera novela, porque ocupa el puesto 47 del Inventario elaborado a base de los votos de los lectores de Le Monde y los clientes de la Fnac. Sobre Kundera escribió Carlos Fuentes un ensayo precioso, El idilio secreto (publicado el el volumen Geografía de la novela), que comienza cuando él, acompañado de Cortazar y García Marquez llegan a Praga en diciembre de 1968. Todo un tratado -con una argumentación tan documentada que produce envidia- que pone en valor a Kundera y a la novela en general.


Kundera y su esposa Vera

Nacido en una familia de músicos, Kundera es un artista polifónico y sus escritos combinan la ironía, la inteligencia y una elegante desesperanza. Antes de la primavera de Praga, en 1968, ya era un escritor de primer plano gracias a su novela La broma (1967), un amargo balance de las ilusiones políticas de la generación de 1948, y al El libro de los amores ridículos. Se adhirió al Partido Comunista (PC) checo en 1948, antes de ser excluido dos años más tarde. Y después de cursar estudios de literatura y cine, enseñó en el Instituto de Estudios Cinematográficos de Praga. Su primer libro de poemas, El hombre es mi jardín (1953) quedó impregnado de marxismo y hacia 1958 volvió a ser admitirlo en las filas del PC, pero volvió a ser excluido en 1970. Hacia 1975, Kundera se exilió en Francia con su esposa Vera y se naturalizó francés seis años después. Desde entonces eligió la lengua de Molière como opción de escritura para marcar su ruptura con su país natal, que le retiró la nacionalidad checa en 1978.


La broma cuenta la historia de Ludvik Jahn, joven estudiante universitario y activo miembro del Partido Comunista checo, envía a una compañera de clase una postal en la que se burla del optimismo ideológico imperante ("El optimismo es el odio del pueblo. ¡Viva Trostky!") . La broma no les hace la menor gracia a los dirigentes universitarios y, tras un juicio sumario, expulsan a Ludvik de la universidad y del Partido. Pero, paradójicamente, al caer en desgracia, se abre para Ludvik un mundo aún desconocido. Atrapado entre dos amores, el de Lucie, tierno y desesperado, y el de Helena, apasionado y cínico, Ludvik va, sin embargo, de tropiezo en tropiezo, transformando su vida en un cúmulo de situaciones a cual más grotesca y risible. De hecho, con el paso del tiempo, la vida de Ludvik se convertirá en una enorme broma pesada: ya no podrá culpar al destino, porque ya no puede sino culparse a sí mismo.


La caída del "Muro de Berlín" y la desintegración de los regímenes comunistas podrían envejecer el contexto en el que nacen las primeras novelas de Kundera. Sin embargo, como recuerda Frederic Beigbeder, "contrariamente a lo que ocurre con las ideas, las grandes novalas no envejecen: Ludvic sigue amando a Helena, que está casada con Pavel, mientras que los submarinos rusos tienen que conformarse con oxidarse en el fondo del mar con, a veces, tripulación a bordo, cuyos gritos nadie escucha. La Broma cuenta la victoria del amor y del humor sobre el aburrimiento y la seriedad. En aquella época, en los países del Este, bromear estaba prohibido. Desde entonces, la situación se ha invertido a nivel planetario: el humor es obligatorio; el mundo no es más que una Broma permanente".



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