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Camões, amante infeliz y desterrado



Las armas, los varones señalados

que, de la occidental y lusitana

playa, por mares antes no surcados,

pasaron más allá de Trapobana

-en peligros y guerras esforzados

más de lo que gente remota edificaron

nuevo reino que tanto sublimaron.


Luis de Camões, Os Lusiadas




Hay un hombre soñando

en una playa; otro

que no sabe las fechas;

hay un hombre que huye

de un árbol, otro que

ha perdido su barco y su sombrero;

hay un hombre que es soldado;

otro que hace de avión;

otro que olvidando va

su momento su misterio

su miedo a la palabra velo;

y en forma de navío

hay uno más que se ha dormido.


- Joao Cabral de Melo Neto, Ventanas



Quien visita Rio de Janeiro lo hace casi siempre sin tiempo para nada. Bastante tiene con las queipirinhas, la samba, el carnaval, las playas, Copacabana, Ipanema, el Pan de Azúcar... y, si quiere algo de aventura, un recorrido por alguna favela domesticada (parecido a lo que, antes, se hacía en el Harlem neoyorkino). A nadie en su sano juicio se le ocurre ir a una biblioteca. ¿Ir a una biblioteca? Pues sí, a una biblioteca, y no a cualquier biblioteca, al Real Gabinete Português de Leitura, con su increible Salón de Lectura. Alberga más de 350.000 ejemplares, entre los que se encuentran obras de gran valor relativas a la cultura en lengua portuguesa (entre ellas, una editio princeps de Os Lusiadas, libros impresos de los siglos XVI y XVII y manuscritos originales de diversos autores). A la entrada del edificio de estilo gótico-renacentista, un busto, claro, de Luis de Camões, el autor de esas Os Lusiadas.



En una de las salas del imponente Monasterio de los Jerónimos, ubicado en el barrio de Belém, en Liboa, descansan los restos del poeta portugués Luis de Camões, sobre un túmulo neomanuelino, en armonía con el estilo arquitectónico del lugar y de la tumba del explorador Vasco da Gama, que se encuentra a pocos metros. Camões falleció en Lisboa en 10 de junio de 1580, a los 56 años. Según narran las crónicas de aquella época, un amigo cercano suyo tuvo que pagar la sepultura, él atravesaba una enfermedad terminal y vivía acuciado por la pobreza. Su amigo Gonzalo de Coutinho logró darle sepultura digna en el coro de la iglesia de los Franciscanos-antes de su traslado a los Jerónimos cubriendo la sepultura con una lápida de mármol con esta inscripción:


Aqui jaz Luiz de Camões

principe dos poetas do seu tempo.

Viveu piobre e miseravlemente, e asim morreu o anno de

MDLXXIX.





Se cree que nació en Lisboa en 1524. Hijo de Simao Vaz de Camões y de Ana de Sá e Macedo. Cursó estudios en la universidad de Coimbra y en 1542 partió para Lisboa, donde frecuentó la corte de Juan III, revelando en ella su genio poético y de donde tuvo que exiliarse en 1546, debido a una aventura amorosa. En 1547 inició su carrera militar y en 1550, regresó a Lisboa, donde fue encarcelado por una reyerta callejera. Cuando tres años después consiguió la libertad, embarcó para la India. Le enviaron a Macao, aunque en 1558 fue acusado de extorsión y regresó a la India. Sobrevivió a un naufragio y regresó a Portugal, vía Mozambique, en 1570, con el manuscrito de su poema épico intacto. Se publicó dos años más tarde.



Os Lusiadas, escrito en diez cantos en octava rima, se inspira tanto en la Eneida, el poema épico de Virgilio, como en Orlando furioso, de Ludovico Ariosto. Enlazadas con la historia del viaje de Vasco da Gama aparecen intensas referencias narrativas y proféticas a otros acontecimientos de la historia de Portugal, y también a determinadas ideas cristianas y humanistas. Aunque la obra ensalza las hazañas de los hijos de Lusus esto es, los lusiadas, o portugueses, también refleja la amargura con respecto a los aspectos más crueles del colonialismo portugués. El mismo tono de pesimismo impregna mucha de su lírica y las pocas cartas que nos han llegado.



La obra es sobre todo un poema épico. Porque la historia que Luís de Camões narra en Os lusiadas es de la era heroica de la navegación portuguesa: el viaje de Vasco da Gama en 1497-98, cuando él se convirtió en el primer europeo en llegar a India doblando el Cabo de Buena Esperanza. Para la relectura he utilizado la traducción de Manuel Aranda Sanjuan (1874) en una preciosa edición de 1954. Esa (re)lectura me (re)afirma en mi admiración por la cultura portuguesa (y por sus escritores: mis favoritos: Amado, Saramago, Guimarães Rosa, Pessoa y, seguramente, muchos de los autores cuyas obras se conservan en ese maravilloso Real Gabinete Português de Leitura de Rio de Janeiro.



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