Corto veneciano
Corto Maltés delante de San Marcos de Venecia
Entre los 100 mejores libros del siglo XX, según los lectores de Le Monde y los clientes de la FNAC hay cuatro comics. En el número 62, se encuentra La balada del mar salado, de Hugo Pratt, la primera entrega de la serie Corto Maltés. El escritor italiano Marco Steiner resalta que su autor"es el novelista que dibujó sus historias soñando en contar todo mediante una línea y, a través de sus personajes, exploró el vasto universo del viaje físico y mental. Con negros resaltados o sutiles acuarelas transformó a Corto Maltés, a Banshee, a Koinsky o a Shanghai Lil en los deseos de cada uno de nosotros, encaminados todos a diferentes islas del tesoro en un mundo un poco más libre de esquemas y fronteras, un lugar donde realmente vale la pena vivir y, si es posible, hacer los sueños realidad".
“La balada del mar salado“ vio la luz en 1967 está ambientada en el Pacífico colonial alemán en los albores de la primera guerra mundial y pronto se convirtió en un éxito, primero en Francia y resto de Europa y después en América. Corto Maltés es un marino de padre británico y madre gitana española nacido en La Valeta (Malta) a finales del siglo XIX y con residencia oficial en La Antigua, Barbados, pero su verdadera residencia es el mar y lugares míticos y lejanos que siempre despertaron la imaginación en los lectores, como El Caribe, Hong Kong, Venecia y el África colonial italiana entre otros ya que las aventuras de Corto son una mezcla de ficción y realidad tal y como lo definía su creador.
Hugo Pratt
Hugo Pratt es un veneciano nacido casualmente en Rímini en 1927. Como recuerda Steiner, los orígenes son ya un antecedente interesante para todo lo que seguirá. Un su abuelo, criado en Venecia, era de origen anglo-francés y una su abuela procedía de Turquía. ¿El otro abuelo? Un judío sefardí emigrado de España, poeta y podólogo de renombre en Venecia en ambos campos, un tipo verdaderamente especial. De este abuelo callista y poeta recibe Pratt una gran herencia: el amor por la poesía.
“De la literatura lo que más me llega es la poesía, porque la poesía es sintética y procede por imágenes. Cuando leo, veo las imágenes, las percibo a flor de piel. Tras la poesía se esconde una profundidad que puedo sentir inmediatamente y, como en la poesía, el cómic es un mundo de imágenes, se ve uno obligado a combinar dos códigos y, en consecuencia, dos mundos. Un universo inmediato a través de la imagen y un mundo mediato a través de la palabra.”
Conversación con Hugo Pratt, Tándem de diciembre de 1989
Venecia está siempre presente en Pratt. Una de las aventuras de Corto Maltés se titula Fábula en Venecia (mi hijo Ander me ha regalado los dos albumes de la edición de El País. La aventura tiene lugar en Venecia en 1921, en un clima marcado por la influencia creciente de la masonería y el fascismo. La realidad temporal se confunde con los numerosos motivos esotéricos que pertenecen, además, a la historia misma de Venecia. Corto Maltés llega a la ciudad para encontrar una esmeralda relacionada con una fórmula mágica, la Clavícula de Salomón, una obra de ocultismo con la que abrir las puertas de la magia. Para mi, lo más interesante de esta entrega es la introducción de Hugo Pratt, La herencia de mi abuela, que explica la vinculación del autor con la ciudad y también su pensamiento.
Hugo con su padre Rolando en Etiopía
En 1937 su padre es enviado a Etiopía -por entonces colonia italiana- como ingeniero de carreteras y, sin duda, es allí donde la ingeniosa mente de Pratt comienza a perfilar a Corto Maltés y otros de sus pintorescos y variopintos personajes, como Cush, un nómada camellero amigo de Corto perteneciente a la tribu de los Beni Amer y que aparece en la aventura “Las Etiópicas“. Con la caída de Mussolini y la derrota del Eje en África, en 1943 su madre y hermanos son evacuados a Italia. Su padre es capturado por los franceses y enviado a un campo de prisioneros en Harar, donde morirá al año siguiente enfermo. El joven Hugo es reclutado por los británicos como traductor, algo que le servirá para ampliar horizontes.
La redacción de Asso di Piche: Giogio Bellavite, Hugo Pratt y Giarcarlo Guarda
Finalizado el espanto de la segunda guerra mundial, Hugo Pratt regresa a su querida Venecia y funda junto a otros tres dibujantes que años más tarde se convertirán también en famosos, la revista Asso di Picche (As de picas). Siguen siendo años convulsos en el norte de Italia pero ahora pesa más el origen sefardí que fascista de la familia y tal vez por eso, una editorial argentina ficha a Hugo Pratt en 1949 y allí pasará los próximos diez años. En 1963, la crisis económica paraliza a Argentina y Pratt debe regresar a Italia . Encuentra trabajo para las publicaciones de series, los mitos ilustrados del Corriere dei Piccoli («Correo de los peques»), y llega la frustración, la falta de una perspectiva libre y los espacios infinitos de Argentina, pero luego, el punto de inflexión: otro encuentro importante, el de Florenzo Ivaldi, el empresario genovés que da carta blanca a la imaginación y la pluma de Hugo Pratt. Nace la revista Sgt. Kirk y surge el momento clave de la obra de Hugo Pratt, la creación en 1967 del personaje que lo haría famoso: Corto Maltés.
Cuando a un dibujante como Hugo Pratt, que vivió una vida llena de experiencias, se le deja, a los cuarenta, la libertad de crear lo que quiera sin pensar en contratos, sin planes y estrategias editoriales, surge entonces una obra maestra: La balada del mar salado, el cómic que se gana por primera vez en la historia del tebeo la apelación de «literatura dibujada», y aquel marinero se convierte en un personaje de culto no solo para los amantes del mar, palmeras y piratas, sino para todos aquellos que aman la libertad.
Primera edición de La Balada del mar salado
La balada del mar salado está considerada como la obra maestra de Pratt. He leído la segunda edición castellana publicada por Nueva Frontera en 1982 (la primera fue de 1978). Debo decir que, en cierto modo, me avergüenza no haberlo leído en su día. El episodio contiene y desarrolla muchas historias que se entrecruzan entre sí con personajes ya inolvidables: la joven y bella Pandora (que vive aquí la fase de transición de la niñez a la adolescencia), el misterioso Monje (de quien nunca se ve el rostro, oculto por la capucha del hábito), Rasputín (pirata siniestro y feroz), Caín (primo de Pandora), el teniente Slütter de la marina alemana, los indígenas Cráneo y Tarao, para terminar con Corto Maltés. La obra se inspira en Henry de Vere Stacpoole y su La laguna azul, de la que el autor toma la idea de una islita del Pacífico a la que después da el nombre de «Escondida». El ritmo de la narración es muy moderno y la acción comienza en noviembre de 1913 en los Mares del Sur (Melanesia, Papúa Nueva Guinea) en un momento en el que se intuyen los sones de la gran guerra que se avecina, pero cuando aún sobreviven los ideales románticos del XIX. Gráficamente excepcionales son las referencias a los trajes de la época, los uniformes, las culturas aborígenes, los grandes espacios abiertos esbozados con pocas líneas rotas. Aunque la publicación arrancó en Italia, fue en Francia donde el personaje alcanzó su cénit, cuando comenzó a aparecer en historietas en la revista Pif.
A pesar de su muerte, Steiner nos recuerda que "Pratt no ha desaparecido nunca, pues sigue alimentando sueños e historias: basta con contemplar sus acuarelas en los museos más importantes del mundo, basta con leer una de las primeras historias para comprender mejor las últimas, basta con entrever los trazos negros de las enérgicas pinceladas de tinta china para percibir poesía, o continuar viaje a lo largo de una de las improbables rutas de Corto. No estará Hugo Pratt en aquellas islas, pero habrá un pedacito del tesoro que quiso diseminar entre sus signos, los sueños y las nubes".
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