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Descubriendo a Sterne



Descubrí tarde a Sterne, a Laurence Sterne, y quedé entusiasmado. "Pero, ¿no conocías a Sterne? ¿No te da vergüenza tu que presumes de haberlo leído todo?" Para empezar, estoy a años luz de leer algo, y sí, me daba vergüenza, aunque "vergüenza" no fuese la palabra exacta. Increíblemente, la puerta me la abrió Mila Kundera y su Discurso de Jerusalén que aparece en El Arte de la Novela. Decía que, de todas las novelas del siglo XVIII, la que prefería era Tristram Shandy: "Una novela curiosa". Kundera impresionado por el hecho de que un libro como Tristram Shandy, siga siendo excepcional en la historia de la novela: “Nadie lo siguió. Nadie salvo Diderot”. Sterne deja su influencia en autores como Tolstoi, Dostoieski, Diderot -que transcribió párrafos completos en su Jacques el fatalista- incluso en Balzac... Es sin duda uno de los escritores más innovadores e influyentes de la literatura. Nietzsche dice de Sterne que es «el escritor más libre de todos los tiempos», y «el gran maestro del equívoco... éste es su propósito, tener y no tener razón a la vez, mezclar la profundidad y la bufonería... Hay que rendirse a su fantasía benévola, siempre benévola». Sterne anticipa muchos de los recursos narrativos de las vanguardias literarias de fines del siglo XIX e inicios del XX, en gran medida lo suyo es una suerte de monólogo interior que preanuncia el de Joyce.




El novelista Miqui Otero coloca la obra de Sterne entre los "Diez libros que muy pocos han podido terminar". Por cierto, en este relación, se encuentran otros seis títulos que también se encuentran entre los 100 mejores libros de la historia según el Club del Libro Noruego (Guerra y paz, Orgullo y prejuicio, Crimen y castigo, La Divina Comedia, Moby Dick o el Quijote). Otero razona así su aserto: "Se publicó por volúmenes durante ocho años. El autor falleció antes de que se publicara como novela; de hecho, muchos especialistas consideran la obra inacabada después de tantísimas páginas. El libro pretende ser la autobiografía del narrador, que se pierde en digresiones y bucles infinitos y tronchantes pero no aptos para todos los paladares. Es una pieza fundamental en la narrativa moderna y cómica, pero el hecho de que el protagonista no nazca hasta el libro tercero no ayuda a que muchos aguanten con el volumen en las manos. Quizás prefieran la adaptación de Michael Winterbottom (hizo una adaptación cinematográfica en 2006), aunque de adaptación fiel tenga, como no podía ser de otro modo, poco". No se si estoy del todo de acuerdo. Un libro que comienza con una digresión sobre el momento en el que el protagonista, Tristram, fue engendrado y acaba, tras más de cuatrocientas páginas, en una cuestión de cuernos: "...de las mejores historias de cornudos que yo haya oído", con concluye Yorick, el alter ego del del escritor que se supone que es un descendiente del personaje de Shakespeare. El libro hay que leerlo entero si o si. Una propuesta intermedia: léase en dos partes: hasta la página 130 en mi edición y, desde ahí, hasta el final que es la parte titulada realmente Vida y opiniones de Tristram Shandi. caballero.





Mi edición de Tristram Shandy (Planeta, 1976) incluye una introducción de Víctor Sklovski, un gran especialista en Sterne. Hasta aquí todo normal. Había recibido el encargo de su amigo el catedrático y escritor Antonio Prieto. Lo curioso es que había servido como comisario en el Ejército rojo durante la guerra, aunque, fundamentalmente, fue crítico literario y "panfletista" en la Unión Soviética de Stalin, y también era especialista en Gorki, Tolstoi y Mayakowki. Gracias a esa introducción, descubrí que Tolstoi practicaba su inglés traduciendo a Sterne cuya influencia se percibe en algunos fragmentos de su obra. Se nota en ese humor también flota por las páginas de "Guerra y Paz" como el humo en el campo de batalla. Imposible no esbozar una sonrisa cuando vemos al padre del príncipe Andrei, cegado ya por la demencia senil, empeñado en cambiar cada noche la posición de su cama, o cuando leemos el siguiente párrafo: "Se decía que [los franceses] ya se habían llevado de Moscú todas las oficinas públicas y [...] sólo por eso Moscú debía mostrarse agradecida a Napoleón".





Hay una versión gráfica de Rowson del Tristram Shandy una excelente adaptación del libro.



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