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Escribir desde cero




El maestro Eco nos recuerda que "la lengua va donde quiere ir, pero es sensible a las sugerencias de la literatura". Y dice más: "La literatura, al contribuir a formar la lengua, crea identidad y comunidad". Para concretar más, hay que recurrir a Roland Barthes que asegura que "la forma literaria puede provocar sentimientos existenciales que están unidos al hueco de todo objeto: sentido de los insólito, familiaridad, asco, complacencia, uso destrucción" . Y así, el pensador francés, en su primera obra, ya nos coloca en El grado cero de la escritura.





La última obra de Barthes fue La cámara lúcida (La Chambre Claire). Apareció el mismo año de su muerte, en 1980, tras ser atropellado por una furgoneta. Es una reflexión entorno a la imagen (la fotografía) que algunos consideran un hito: “En el fondo la Fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”. Por cierto, la reflexión de Barthes parte de una foto familiar (de su madre), que nos lleva a las imágenes que piensan de Walter Benjamin. A partir de una fotografía, se puede componer un poema, un relato,... como explica Benjamin en su Breve historia de la fotografía. Pero, ¿dónde está el principio? Han muchos puntos de partida: García Márquez nos explica Cómo se cuenta un cuento. Umberto Eco divaga sobre la estética en su Obra abierta sin olvidar su Sobre Literatura. Juan Benet nos acerca a La inspiración y el estilo. Precisamente, Raymond Quenau propone una curiosos Ejercicios de Estilo. Todo nos lleva a Milan Kundera que reseña El Arte de la novela.


Roland y su madre en Baiona



Comenzamos la historia de Roland Barthes con una foto en la que aparece con su madre en Baiona. Había nacido en Cherburgo en 1915, pero, un año más tarde, su padre, Louis, falleció durante un combate naval en el mar del Norte. La madre y sus hijos se trasladaron entonces a Baiona (Bayonne) donde vivían los abuelos paternos. En 1924, se fue a Paris pero, desde entonces, pasó siempre sus vacaciones en el País Vasco. Primero, en Baiona y, luego, en Hendaia (Hendaye) y en Ahurti (Urt), donde falleció su madre y él está enterrado junto a ella. En 1939 fue contratado como profesor en el nuevo liceo de Biarritz. Roland Barthes por Roland Barthes puede considerarse como una especie de autobiografía, que alguien ha calificado como autoficción, en la que incluye una colección de fotografías familiares: "ellas son la porción de placer que el autor se otorga a sí mismo al terminar su libro”.



El grado cero de la escritura (Le degré zéro de l’ecriture) fue su primer ensayo importante. Aunque fue publicado en 1953 en la colección “Pierres Vives” de la editorial parisina Seuil, algunos de los apartados ya se habían publicado como artículos en la revista Combat desde 1947. Se trata de una reflexión sobre la historia de la literatura francesa en donde, a diferencia del común de las historias literarias, Barthes no hace una revisión de autores, corrientes u obras sino que estudia los orígenes y las transformaciones del concepto de escritura literaria misma y su relación con distintos periodos históricos de Francia. El ensayo se puede leer, según su autor, como una introducción a lo que podría ser una Historia de la Escritura, cuyo horizonte original es el lenguaje, y en él, la Historia y Naturaleza de la sociedad en la que se sitúa:


«Por eso la escritura es una realidad ambigua: por una parte nace, sin duda, de una confrontación del escritor y de su sociedad; por otra, remite al escritor, por una suerte de transferencia trágica, desde esa finalidad social hasta las fuentes instrumentales de su creación. No pudiendo ofrecerle un lenguaje libremente consumido, la Historia le propone la exigencia de un lenguaje libremente producido».



Para Barthes toda escritura es reescritura. Esto significa que el fin principal de la escritura es la revisión constante de lo que ya se ha escrito y el repensar los conceptos. Para que esa reescritura tenga lugar no es necesario escribir ya que al leer también estamos reescribiendo y lo hacemos cada vez que meditamos sobre lo escrito. Esto explicaría que es imposible la objetividad absoluta y por tanto tampoco escribir en un punto en el que género y lenguaje no nos condicionen. Aún así, ninguna escritura –ni siquiera las formulaciones más autoconfiadas– puede responder a un grado cero de manera natural o dada; ninguna escritura es neutra e inclusive las escrituras que parecen ser más despojadas están persiguiendo la búsqueda de un efecto de sentido.



Puede parecer que El grado cero de la escritura trata sobre literatura francesa, sin embargo, sus consideraciones sobre la lengua, la escritura, los géneros y estilos vinculan a todas las literaturas con una concepción moderna de escritura, en la medida que se revela progresivamente su artificio.


"La multiplicación de las escrituras es un hecho moderno que obliga al escritor a elegir,

que hace de la forma una conducta y provoca una ética de la escritura."




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