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Hamsun, otra senda de traición


Christiania


"Era un tiempo en el que yo vagaba, con el estómago vacío,

por Christiania, esa ciudad ciudad que nadie puede abandonar

sin llevarse impresa su huella..."

- Knut Hamsun, "Hambre".



Resaltaba Carlos Fuentes que "el totalitarismo nugatorio de la ilusión mayor del Occidente ilustrado: el sueño del triunfo permanente de la civilización, la perfectibilidad ilimitada de los seres humanos y la marcha irrefrenable del progreso. Auschwitz y el Gulag mataron esa ilusión. Pero desplazaron la tiranía moderna de sus signos más obvios -Nuremberg, las suásticas, la dictadura del proletariado, el campo de concentración- a otros más sutiles". Las abominables simpatías políticas de grandes figuras de la literatura del siglo XX han terminado por oscurecer en parte su obra. De la "parte" de Auschwitz : Ezra Pound, Gottfried Benn, Louis Ferdinand Céline -de quien ya hemos hablado-, Gabrielle de Annunzio, Günter Grass o Knut Hamsun.


Knut Hamsun


Concentrémonos en Knut Hamsun (seudónimo de Knut Pedersen). El escritor noruego fue hijo de una antigua familia campesina y su apellido era Pedersen. Llevó una existencia nómada, en cuyo transcurso ejerció las profesiones más diversas: aprendiz de zapatero en Bodö, y luego, siempre en la Noruega septentrional, carbonero, maestro de escuela, picapedrero, obrero de carreteras, empleado comercial, vendedor ambulante y escribiente de un puesto de policía. Intentó además, pero sin éxito, el periodismo. En 1882 emigró a América, donde trabajó singularmente en Wisconsin y Minnesota. Después de varios fracasos, volvió en 1884 a Noruega, país que abandonó de nuevo para marchar otra vez a los Estados Unidos. En esta segunda etapa americana hizo de agricultor en Dakota, fue tranviario en Chicago, y dio conferencias en Minnesota ante un pequeño grupo de compatriotas. Desde entonces no dejó de escribir; en 1920 recibió el Premio Nobel por La bendición de la tierra. Thomas Mann, en el homenaje que le dedicó cuando cumplía setenta años en 1929 (Textos críticos, Navona), habló de “lo avanzado, la exquisitez, la pillería de sus recursos y el conservadurismo campesino de sus convicciones”. Su escritura llegó como una tromba para cambiar la literatura, pero él no dio nunca señales de ser un hombre progresista. Al contrario. Era un individualista feroz, con un punto aristocrático, que abominaba de la industrialización y desdeñaba la democracia.



Knut Hamsun


Estuvo del lado de Alemania en la I Guerra Mundial, el imperio británico le producía una alergia instantánea desde su participación en la guerra de los bóers, era visceralmente anticomunista. Así que, en los años treinta, Hamsun se decantó abiertamente por Vidkun Quisling, el hombre que encarnó en Noruega el proyecto totalitario del nazismo. “Los alemanes están luchando por nosotros”, afirmó cuando se desató la furia del Tercer Reich. Hamsun le regaló a Joseph Goebbels su medalla del Premio Nobel en 1943. Durante ese mismo año tuvo la oportunidad de entrevistar a Hitler. Era ya un hombre mayor y cuentan que puso furioso al Führer porque se saltó el guión y le pidió que destituyera al comisario que el Reich había nombrado en Noruega. Sea como sea, el 7 de mayo de 1945 le dedicó en un periódico un fervoroso elogio tras su reciente suicidio, recogido en Textos de la infamia (Berenice): “Era una figura reformadora de primer orden”, escribió, “y su destino fue el de actuar en una época de brutalidad sin parangón que al final lo derrotó”. Unas líneas antes había afirmado que Hitler había sido “un guerrero por la humanidad”. Al terminar la guerra, y al igual que Pound, fue internado en un hospital siquiátrico. En muchas ciudades noruegas sus libros fueron quemados y murió en 1952, a los 92 años. Sólo con los años su figura y su obra se han revalorizado. Quizá por ello el Club del Libro Noruego considera que su novela Hambre como uno de los 100 mejores libros de la historia.





Hambre está considerada la primera novela moderna escandinava, como también un ejemplo sobresaliente de la novela psicológica. Hambre cuenta en primera persona, en el que un personaje ficticio, de nombre desconocido, narra los episodios en los cuales se encuentra sumergido debido a la falta de un empleo estable. Esto sumado a la difícil situación que se vive en la ciudad de Cristianía del siglo XIX. En la novela, se aborda el tema de la irracionalidad de la mente humana, de manera intrigante con algunos toques de humor.


Y, a pesar del pasado ignominioso de Hamsun, la profunda verdad que destila su obra, y que tanto influyó en escritores tan distintos como Kafka o Hemingway, Isaac Bashevis Singer o Henry Miller y Charles Bukowski, sigue permaneciendo intacta. Ése es, seguramente, el gran misterio de la literatura. La verdad es que si.




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