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Las visiones flotantes de Goethe




"Visiones flotantes que en mis juveniles años os presentasteis ante mi turbia vista, ¿podré ahora, que reaparecéis, sujetaros a mi voluntad? Mi corazón aún se siente con fuerzas bastantes para llevar a cabo esta original empresa. ¡Acudís en gran multitud! ¡Nada tengo que decir por ello; reinad soberanamente desde el seno de los vapores diáfanos y de las nubes, toda vez que como reinos os erguís a mi alrededor! Al aspirar el mágico aliento que exhala vuestro cortejo, los transportes de la juventud renacen en mi corazón".

Goethe, Dedicatoria.


Fausto es la historia del hombre que vende su alma al diablo. En realidad se trata de una vieja leyenda alemana del siglo XV: Fausto, el individuo eternamente insatisfecho dispuesto a venderse al diablo para solucionar su insatisfacción permanente, el hombre que se pasa la vida corriendo en pos de nuevas metas movido por anhelos cambiantes. Ha protagonizado obras literarias que aún se leen, óperas que forman parte de los repertorios habituales de los teatros, películas. Por supuesto, es Johan Goethe el que da al personaje dimensión universal y, sin duda, su Fausto es su obra mayor, lo que la coloca entre los 100 mejores libros de la historia según el Club del Libro Noruego.



"Un ardor no sentido por mi desde hace muchos años, me cautiva y me impele hacia la callada y grave mansión de los espíritus. Mi lastmoso canto como el arpa de Eolo se menece, al presente, entre vagas melodías. Me estremezco. Al llanto sigue el llanto. Siento como se enternece y derrite mi inflexible corazón. Lo que es, lo veo en lontananza; lo que fue se presenta a mis ojos como una realidad".

Goethe, Dedicatoria.


Goethe recupera, en la tragedia Fausto, a uno de los personajes más extraordinarios de la literatura universal, para representar, a través de la reactualización simbólica de su relato mítico, el itinerario psicológico y espiritual de su protagonista. En este sentido, la obra alcanza con Goethe un cariz filosófico y humanista sin precedentes, que nos permite, aún hoy, afrontar su lectura desde una perspectiva íntima y reflexiva. La obra se muestra ante nosotros como el relato de nuestra propia existencia, una aventura analítica no exenta de peligros que, en su desarrollo, entraña una vivencia real, personal e intransferible para el lector, que debe traspasar las fronteras de lo cotidiano, para introducirse en la obra como un personaje más. La pregunta siempre esta ahí: ¿pactaría con el diablo? Es cierto que, puestos a preguntar, habría que hacerlo a el Job bíblico o al de Joseph Roth. Eso sí: no debemos olvidar que, en la tradición judía, el equivalente (o casi) a diablo es Satán (el adversario de Dios que, antes se llamaba Luzbel).



Johann Wolfgang von Goethe (nace el 28 de agosto de 1749, en Frankfurt del Mein, Hesse, Alemania y muere el 22 de marzo de 1832, en Weimar, Turingia, Alemania). En palabras de George Eliot fue "el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la Tierra". Su obra, que abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras. En Leipzig conoció al filósofo Johann Gottfried Von Herder, quien le invitó a descubrir a Homero, Ossian, la poesía popular alemana y Shakespeare. Con Herder crearía el Sturm und Drang, un movimiento que exaltaría lo pasional frente al racionalismo ilustrado, la tradición frente al progreso, liberando la literatura del clasicismo y abriendo nuevas perspectivas a la escritura en alemán, germen del primer Romanticismo. En 1774 conoció a Lotte Buff, por la que soportó una pasión frustrada que inspiró su primera novela, Las pasiones o desventuras del joven Werther, considerada como la primera novela moderna escrita en alemán y paradigmática del nuevo movimiento que estaba naciendo, que causó furor entre la juventud de toda la Europa de la época e inició una época de suicidios por todo el continente. Al año siguiente se trasladaría a la mítica capital cultural de Alemania, Weimar, donde permaneció hasta su fallecimiento al servicio del duque Carlos Augusto. A partir de ese momento se alejó del Sturm und Drang, al tiempo que se interesaba por la investigación científica y otros asuntos prácticos como la mineralogía, la geología y la osteología, entre otras. Su nueva actividad y su amistad con una dama de la corte influyeron en una nueva evolución literaria que le llevó a comenzar a escribir sus obras más clásicas, serenas y famosas, como Ifigenia en Táuride, Egmont y, sobre todo, Fausto.




Hay estupendas ediciones del Fausto de Goethe. Yo tengo el libro de Austral, modesto, que sustituye a otro anterior de la misma editorial. O sea, una edición modesta. Pero, lo importante es el contenido (y que no se suelten las páginas). Cada vez que releo el Fausto entiendo (cada vez) aquello que señalaba el maestro Eco: "La literatura, al contribuir a formar la lengua, crea identidad y comunidad". En los últimos tiempos, además de mis relecturas, me está pasando con escritores como Kirmen Uribe y Joseba Sarrionaindia. He logrado leer (y entender) sin diccionario Elkarrekin esnatzeko ordua (de Uribe) y Bizitzea ez al da oso arriskutsua?: [Habanako gaukaria] (de Sarrionaindia) lo ayuda a reafirmarme. Debo decir algo (y se que esto no debe hacerse): no me gusta el final, cuando Fausto es rescatado de su condena por un coro de ángeles, con finales tan apoteósicos como el de la ópera Faust de Gounod.



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