Lezama Lima, el rinoceronte asmático con alma de colibrí
- Koldo San Sebastián
- 7 mar 2021
- 7 Min. de lectura

Julio Cortázar, el fotógrafo Chinolope y José Lezama Lima en La Habana en 1963.
Lezama es una de las figuras más prodigiosas de nuestra literatura contemporánea,
y estoy hablando mucho más que de América Latina: del mundo".
Julio Cortazar, Clases de Literatura.
Hasta el momento de la clase de Cortazar, solo había leído Oppiano Licario, su obra póstuma (e inconclusa) que sigue el camino iniciado con Paradiso, una obra desmesurada, sin antecedentes en la cultura y que ofrecía una visión de mundo que era a la vez una estética y una comprensión de la cultura (y de las culturas). Refiriéndose a Dador, el poema más extenso de Lezama, el crítico argentino Saúl Yurkievich habla de "sala de baile, escaparate mágico, ópera fabulosa". En algunos momentos, la lectura de Lezama Lima resulta un ejercicio abrumador. Cortázar, su amigo, habla de la "inmensa sabiduría" del cubano, eso sí "sabiduría ingenua".

De izq. a der: Cintio Vitier, Fina García Marruz, Ángel Gaztelu, Lezama Lima, Tangui
y Julián Orbón, Bella García Marruz y Eliseo Diego
Al fin llegó el esperado,
se abrieron las puertas de la casa
y de nuevo se encendieron las luces.
- El esperado
Lezama Lima fue el alma de Orígenes, Revista de Arte y Literatura, que codirigió con José Rodríguez Feo entre 1944 y 1956. Formaban parte del grupo: Fina García Marruz, su esposo Cintio Vitier, su cuñado Eliseo Diego -casado con su hermana Bella García Marruz-, y sus amigos Gastón Baquero, Lorenzo García Vega, Ángel Gaztelu, Julián Orbón, Agustín Pi, Virgilio Piñera, Justo Rodríguez Santos y Octavio Smith, entre otros creadores. Un colectivo que, en muchas cosas, recuerda a aquel grupo de genios que reunía en torno a Gertrude Stein en el Paris de entreguerras (James Joyce, Ezra Pound, Pablo Picasso, Henri Matisse, Truman Capote, Ernest Hemingway, T.S. Eliot,...). Tanto como eso.

Joseíto y Pete Seeger
El grupo tuvo incluso su propia banda sonora. Fue alrededor de 1958 cuando Julián Orbón adapta los Versos Sencillos de José Martí a la melodía de La Guantanamera, canción compuesta en los años treinta por el músico popular Joseíto Fernández (cuya composición original no incluía los versos de Martí). Según relata Cintio Vitier en su libro "Lo cubano en la poesía": «[Era una] experiencia inolvidable oír a Orbón cantar los versos de Martí con la música de “La guantanamera”». En 1961, el guitarrista Leo Brower ―nieto de la compositora y pianista cubana Ernestina Lecuona (hermana mayor del compositor Ernesto Lecuona)― cantó La guantanamera con los versos de Martí y la canción, con versos del poeta, comienza a ganar popularidad en toda la isla. Según el periodista López Nussa, en la revista Bohemia del 30 de diciembre de 1983, Pete Seeger, el cantante de folk estadounidense, visitó un campamento de verano para niños en 1962, donde estos le pidieron que tocara una canción que había traído uno de sus instructores. Se trataba de Héctor Angulo, el cual había estudiado con Orbón y conocía la versión con los versos de Martí. Seeger y Angulo quedaron reflejados como coautores de la canción, y Seeger, la popularizó en más de 35 países. Joseíto, quien había inscrito la «Guantanamera» en 1944, reclamó los derechos de autor y Seeger viajó a La Habana en 1971, llegando a un acuerdo. Según este relato, Joseíto hizo famosa la canción y el estribillo en el programa de radio, Julián Orbón le ajustó los Versos sencillos, y su estudiante la llevó a Nueva York, donde Seeger la internacionalizó. Me he extendido con Orbón porque, ¡hombre!, nació en la misma calle en la que yo lo hice, y fue bautizado en la misma iglesia que yo.

Barakaldo a principios del siglo XX
¿Cuáles son las raíces de Lezama Lima? Yo diría que, sobre todo, Cuba, pero, ¿sólo Cuba? Él reclamó siempre sus ancestros vascos. En una carta a José Luis Merino, recordaba que su abuelo era de Bilbao: "Mi abuelo, don José María Lezama y Tapia, como usted recuerda en su nota, era de Bilbao, así que los que creemos en lo invisible, lo hemos visto entrar en esa exposición y releer con ánimo complacido las páginas en las paredes de su nieto habanero. Sobresaltada visita llevada a cabo con toda la gravedad bilbaína, que coloca vértebras de gran armario en toda nobleza del aventurarse más allá del hollín de lo intermedio y aflojado". José Luis y nuestro escritor no sabían que el abuelo no era de Bilbao, sino de Barakaldo. Se fue a Cuba y, en 1880, se casó en La Habana con una joven de Mantua, Pinar del Rio, Eloisa Rodda (quince años menor). Fueron padres de cuatro hijos. El mayor, José, se casó con Rosa Lima, y fue padre de Rosa María y de José Lezama Lima.

Joseba Sarrionaindia ha buscado (y ha encontrado) las alusiones de Lezama Lima a sus ancestros vascos (las recoge en El roble y la ceiba o en Bizitza ez al da oso arriskutsua). Por ejemplo, cita la dedicatoria de Paraíso a su amigo Julio Cortázar: "Entre usted y yo hay un cariño muy grande, si habernos casi tratado, a veces lo atribuyo al común ancestro vasco,..." A Sarri le llama la atención la "original teoría (de Lezama) sobre el vínculo entre los ancestros vascos y el lenguaje literario":
"Pero quisiera subrayar más otro tipo de observación -explica Lezama en un diálogo sobre Rayuela- . Tanto Borges como Cortázar son de raíz vasca. Esto es muy importante para determinar ciertas maneras de su lenguaje, de sus recursos verbales. Es decir, en el vasco -no olviden el caso de Unamuno, por ejemplo- parece siempre que hay como otro idioma en su interior, un idioma que no es el que toma sus canales y logra acercarse. El vasco siempre parece que tiene un idioma ancestral en la lejanía, un idioma madre..."
Seguramente que bueno de Lezama no había leído la entrevista que el poeta Rodolfo Braceli hizo a Jorge Luis Borges (que, por cierto, no hace más que confirmar mi opinión del personaje: cosa diferente es el escritor).
—Braceli, Rodolfo Braceli.
—Italiano... del país del Dante.
—No, soy argentino, y aunque por mi apellido parezca descendiente de italianos desciendo de españoles. Mi padre nació en Valencia, en Alicante. Por rama materna vengo de vascos, mi madre se apellida Zarategui.
—¿Vasco? Yo no entiendo cómo alguien puede sentirse orgulloso de ser vasco... Los vascos me parecen más inservibles que los negros, y fíjese que los negros no han servido para otra cosa que para ser esclavos... Se habla de la voluntad vasca, de la terquedad vasca... ¿y para qué les ha servido? Nada más que para ser españoles o franceses. Han producido unos pintores execrables y un escritor insoportable como Unamuno. Lo demás que han producido son buenos pelotaris... Mire, yo tengo sangre vasca también; varios apellidos me delatan ese origen. Sin embargo, pienso que los vascos no han hecho nada, nada; son sólo notables por ser uno de los países más estériles del mundo.
—Qué voy a hacerle, Borges, me gusta decir que vengo de vascos. —Realmente, no me explico por qué la gente siente tanto orgullo por ser vasco... Ya le dije, yo también tengo esa sangre, pero cuando enumero mis orígenes soy muy cuidadoso en olvidarme de los vascos... Ahora, Valencia es otra cosa... Mire, recuerdo algo que anoté en uno de mis cuentos: los vascos no han hecho otra cosa en la historia que ordeñar vacas, se han pasado los siglos ordeñando. —¿Cuánto hace que no lee, o no le leen, a un escritor vasco? —El último fue el insoportable Unamuno; ese hombre absurdamente aspiraba a seguir viviendo, perseguía la inmortalidad. —Entonces, no sé, discúlpeme, pero me parece que está hablando sin muchos fundamentos. —Caramba, otra vez usted me quiere pelear... ¿Seguro que aparte de periodista no es abogado?
Borges en Rodolfo Braceli: Escritores descalzos, Madrid, Clave Intelectual, 2012, p. 175

Oigo hablar a un pájaro moteado:
cuacuá.
- Oigo hablar
Aunque, pensándolo bien, Lezama Lima no habría hecho demasiado caso a la boutade de Borges. Además, cerca de él estuvo el navarro Ángel Gaztelu, nacido en Puente la Reina-Gares, llegó a Cuba en 1927 y se ordenó sacerdote en 1938, vinculado a Lezama por la vocación poética y la filiación religiosa, su poesía conserva la serenidad clásica, al tiempo que revela un alto grado de sensibilidad por la naturaleza y la comunicación con la divinidad. Colaboró en las revistas fundadas por Lezama. Publicó Poemas (1940) y Gradual de laudes (1955). Gaztelu, por cierto, fue, junto a sus hermanas, miembro de la Asociación Vasco-Navarra de Beneficencia de La Habana.

He vuelto a leer las dos novelas de José Lezama Lima: Paradiso y Oppiano Licario. Ahora, con otros ojos, y haciendo caso a quienes más saben de esto. Paradiso fue la única novela publicada en vida por José Lezama. El hilo argumental, la infancia y juventud de José Cemí, tiene una evidente raíz autobiográfica y sirve de base para la construcción de un mundo poético en el que la realidad, el mito y la fantasía logran, bajo el denominador común de una asombrosa erudición, un perfecto entramado cuya unidad refuerza un magistral dominio de la lengua. Esta obra compleja, oceánica y barroca representa la suma de una lenta labor de elaboración que se prolongó a lo largo de gran parte de su vida, hasta entonces conocido únicamente por su excepcional talento como poeta y ensayista. La aparición en 1966 de Paradiso suscitó la entusiasta y admirativa respuesta de un selecto grupo de críticos y escritores. Cortázar valoró Paradiso como "una ceremonia, algo que preexiste a toda lectura con fines y modos literarios... Una obra así no se lee; se la consulta, se avanza por ella línea a línea, jugo a jugo, es una participación intelectual y sensible tan tensa y vehemente como la que desde esas líneas y esos jugos nos busca y nos revela".
El argumento de Oppiano Licario, obra oceánica y barroca, de clara raíz autobiográfica, gira en torno a la infancia y juventud de José Cemí, y en ella el autor construye un mundo poético en el que la realidad, el mito y la fantasía tejen un perfecto entramado cuya unidad refuerza un magistral dominio del idioma. Oppiano Licario es la secuela magistral de {Paradiso}; aquí los sueños se hacen realidad y los protagonistas ya conocidos –Cemí, Foción, Fronesis, Oppiano e Ynaca Eco Licario– cabalgan sus destinos, sus aventuras. Un mundo entero estalla como una feria, como un banquete platónico, como un carnaval en que las letras dejan los ayunos de la verosimilitud y la lógica. Con Oppiano Licario se cierra el díptico, el biombo más extraordinario que haya emprendido la lengua castellana.
El título de esta entrada está tomada de El roble y la ceiba, de Cecilia Arrozarena.
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